Secreto de amor novela por ursula suarez -
Capítulo 107
¿Qué quieres decir con lo que acabas de expresar? Capítulo 107 Pasó mucho tiempo desde el último beso
Waldo se marchó enfadado y dejó a sus dos amigos en la barra. Norberto miró a Alejandro, que parecía perdido en sus pensamientos, entonces decidió contenerse en lo que quería decir. Al cabo de un momento, Alejandro le preguntó en tono serio:
Norberto sonrió.
-Ya sabes la respuesta, ¿verdad?
Alejandro levantó la vista y le lanzó una mirada sombría al oír aquello.
No estoy seguro de a qué te refieres.
-¿Recuerdas la última vez que te hice la misma pregunta aquí? ¿Aún no has descubierto qué es lo que de verdad quieres, incluso tras todos estos años? -le preguntó.
Alejandro se sorprendió en cuanto su amigo dijo eso. Así que Norberto ya me lo había preguntado antes. Eso explica por qué me sonó tan familiar cuando la abuela mencionó el tema antes. Sin embargo, no le prestó mucha atención ni se lo tomó en serio después de que Norberto lo mencionó. Al ver que permanecía en silencio, este suspiró.
-Creciste con ella y has sido testigo de todas sus alegrias y penas. La conoces de todas las formas posibles. Si no me equivoco, volviste inmediatamente cuando te enteraste de que la familia Selva habia quedado en bancarrota. ¿Estoy en lo cierto?
-Si–admitió. No podía negarlo.
Al principio no sabía nada de la quiebra, pero en cuanto recibió la noticia, dejó todo y se apresuró a volver. Norberto se rio entre dientes al recordar el incidente.
-He oído que en aquel momento estabas negociando un asunto muy importante. ¿No pensaste que no sería demasiado tarde, aunque solo volvieras unos días después de cerrar el trato? ¿Por qué abandonaste todo tu trabajo y te apresuraste a volver enseguida?
-Por supuesto, es porque…
Alejandro estuvo a punto de hablar, pero vaciló justo cuando iba a hacerlo.
-Es porque estabas preocupado por ella, ¿verdad? -Norberto se adelantó y terminó la frase por él. Era cierto que Alejandro estaba preocupado. Solo había un asunto que se le cruzaba por la cabeza apenas se enteró de la noticia-. Renunciaste a un trato millonario por Victoria. ¿Nunca te has planteado con seriedad cuál es tu relación con ella? Lo que hiciste no es algo que los amigos de la infancia suelen hacer el uno por el otro.
La voz de Norberto sonaba suave, pero a Alejandro le sonó ensordecedora. La voz de su amigo parecía que se había amplificado innumerables veces en ese preciso momento. «¿He considerado
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con seriedad mi relación con Victoria?», pensó.
continuó antes de que Alejandro pudiera
-No es dificil darme cuenta de lo que sientes responder-. Pero si te cuesta decidir, ¿por qué no la dejas ir? No la retengas; tú también puedes liberarte de esa carga. Luego de decir eso, le palmeó el hombro-. No puedes tenerlo todo. Así es la vida.
Muy tarde en la noche, Victoria se puso el pijama que se había comprado hacia poco. La tela de felpa era suave y liviana, lo que la hizo cómodo de usar. Había llorado sin parar antes de dormir e incluso se sorbia la nariz después de que se quedó dormida. Para cuando descansaba, Alejandro estaba de pie y se lo veía elegante junto a la cama. Victoria parecia más tranquila y adorable mientras dormía, con los rasgos iluminados por la cálida lámpara amarilla de la habitación.
Podría decirse que su relación se deterioró al extremo durante ese período. Aunque al parecer hablaban de manera cortés, Victoria, con su actitud y mirada, castigaba y atormentaba emocionalmente a Alejandro de forma constante. Solo cuando ella se durmió él se dio cuenta de que no se habian distanciado; su relación seguía siendo la misma de antes. «Tienes la respuesta, ¿verdad?. Esa noche, las palabras de Norberto volvieron a resonar en la mente de Alejandro.
De repente, Victoria frunció el ceño. ¿Está teniendo una pesadilla?». Alejandro se agachó junto a la cama y de manera instintiva le colocó la palma en la frente, con la intención de suavizarle el ceño. Olvido por completo que tenia las manos heladas después de haber pasado toda la noche bebiendo en el bar. En cuanto le tocó la frente, ella se estremeció y se despertó de forma brusca ante la sensación de frío. Sus miradas se cruzaron de manera inesperada en ese momento.
Victoria aún veia borroso porque estaba durmiendo. Bajo la luz de la habitación, su mirada contenia una pizca de calidez que conmovió a Alejandro, quien aún tenía los dedos helados en la frente de ella. Victoria recobró el sentido y poco después se dio cuenta de lo que ocurría. Enseguida se apartó del hombre, se incorporó y lo miró de una manera cautelosa.
-¿Qué estás haciendo?
El frunció el ceño con tristeza al verla reaccionar así.
-¿Qué puedo hacer cuando estás tan a la defensiva conmigo?
En ese momento, Victoria notó que su reacción podía parecer un poco excesiva. Solo pudo girar la cabeza hacia el otro lado y evitar su mirada.
-No estoy a la defensiva -refunfuñó.
Aunque no fueran marido y mujer, habían crecido juntos. Dudaba que tuviera malas intenciones hacia ella. Un instante después, Alejandro le sujetó el mentón con la mano fría, obligándola a darse vuelta en su dirección.
-¿Por qué no puedes mirarme? -le preguntó, mostrándose hostil.
En tanto hablaba, se acercó más a ella, envolviéndola en su aura escalofriante. A pesar de los intentos de Victoria por liberarse, no pudo hacerlo. Tuvo que apoyar las manos en ambos lados del cuerpo mientras lo miraba. En ese momento, Alejandro estaba tan cerca que pudo percibir la
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tenue fragancia que emitía. Su aroma despertó algo en él, lo que le hizo tragar saliva de manera involuntaria, entretanto su mirada reflejaba deseo.
-¿Qué haces en la mitad de la noche, Alejandro? ¿Por qué no duermes? ¡No olvides que mañana por la mañana tenemos que llevar a la abuela a un control!
Al ver que cerraba y abría los labios cuando hablaba, Alejandro se dio cuenta de repente de que había pasado mucho tiempo desde la última vez que la besó. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que ya no le importaba oír lo que ella decía después de aquello. A mitad de la frase Victoria notó que él la miraba con un gran deseo; parecia que iba a devorarla en cualquier momento. Al tener un leve presentimiento, ella apretó los labios y se envolvió con la manta.
-Si tú no vas a dormir, yo si. —Se oyó su voz ahogada.
Sin embargo, vio todo oscuro antes de que pudiera tirar de la manta. El aura del hombre la había envuelto por completo. La familiaridad de la suavidad que no había experimentado en mucho tiempo la tomó desprevenida. No fue hasta que sintió un calor en los labios que recobró el sentido y empujó a la persona que tenia delante. Alejandro estaba tan absorto en el beso que no se dio cuenta de que ella lo empujaba. Cuando abrió los ojos, aún había deseo en su mirada mientras contemplaba los labios rojos de Victoria, que estaban hinchados por el beso. Poco después volvió a inclinarse hacia ella porque deseaba retomar lo que estaba haciendo. Sin embargo, Victoria lo alejó empujándolo del pecho.
-¿Qué demonios, Alejandro?!
Los ojos del hombre eran oscuros y su voz sonó ronca con un atisbo de seducción cuando carraspeo y dijo:
-¿Por qué me empujas? ¿Acaso no dijiste que esto solo era una necesidad física?
Victoria enseguida se mostró disgustada y se le contrajeron las pupilas. «¿Esto significa aquí porque ahora tiene necesidades que satisfacer? ¡¿Qué se piensa que soy?!».
que
está
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