Secreto de amor novela por ursula suarez -
Capítulo 58
Capítulo 58 Suficiente, Alejandro
Victoria lo miró al escucharlo y se sintió intimidada al observar sus ojos oscuros; parecía que podia leerle la mente.
-Si-respondió con indiferencia sin siquiera mirarlo.
-¿Y por qué? -dijo con los ojos entrecerrados, observando su rostro y anteojos. ¿Por qué tienes ojeras? -En cuanto dijo eso, pareció haber comprendido-. Ahora entiendo por qué estás usando anteojos.
Ella no supo qué responder y lo miró con desprecio.
-Ya terminé de limpiarte, pero tienes el labio lastimado; deberías tomar alguna medicación. Vamos, entremos para ver a la abuela.
La joven se volteó y Alejandro permaneció en el lugar un instante; luego, la alcanzó.
-Tienes los ojos enrojecidos, lo que demuestra lo cansada que estás. ¿No dormiste en toda la noche?
-Suficiente, Alejandro -dijo y comenzó a caminar más rápido; cada vez hacía más ruido con sus
tacones.
Luego de conversar con el doctor, descubrieron que la anciana se descompensó por la ansiedad. Todos sus signos vitales eran estables y no tenía ningún otro problema de salud desde que llegó al hospital. Al escuchar las novedades, se relajaron. «Por fortuna, solo se desmayó porque estaba nerviosa. Me alegra saber que no es un asunto grave», pensó Victoria.
-No creo que sea apropiado que la operemos en el estado en el que se encuentra, ya que una mala salud mental puede provocar problemas graves. Si consideramos su estado fisico, ella está lista para su cirugía, pero por cómo se encuentra psicológicamente, podría tener otras complicaciones -explicó el doctor.
-¿Qué debemos hacer? ¿Qué nos recomienda para tratarla, doctor? -preguntó Victoria preocupada.
-En este momento, podemos darle medicación para calmarla, pero necesitamos que su familia
presente para que un psicólogo les brinde asesoramiento.
esté
La joven comprendió la situación: Griselda tenia un problema de salud mental y no fisica. Frunció los labios rojos y tenía una expresión sombría mientras Alejandro se acercaba para
abrazarla.
-Entendemos. Haremos lo mejor para apoyarla con su tratamiento. Disculpenos un momento.
-Si claro. Deberian ir a ver a la gran señora Calire-comentó el doctor.
Alejandro y Victoria sentían como si estuvieran en un sueño; salieron de la oficina del doctor y
fueron a la habitación de Griselda. Alli, habia dos enfermeras vigilándola y se pusieron de pie al ver a la pareja ingresar.
-La gran señora Calire está dormida, pero se encuentra bien. No deben preocuparse -explicó una de ellas.
-Gracias, la controlaremos nosotros, asi que pueden a ocuparse de sus asuntos-comentó Victoria angustiada.
Se sentó al lado de la cama de la anciana; fue muy cuidadosa al acercarse y no hizo ruido. Griselda, que aún estaba dormida, tenia una expresión de calma y portaba su habitual aura elegante a pesar de todo el tiempo que había estado en el asilo. Cualquiera podia notar lo especial. que era con tan solo mirarla alli, dormida. Tanto Victoria como Alejandro permanecieron en silencio en la habitación. Luego de media hora, sonó el teléfono de Alejandro y Victoria lo miró de inmediato casi al mismo tiempo que él lo colocaba en silencio. Como ambos estaban al lado de la cama, la joven vio el identificador de llamadas y leyó el nombre de Claudia.
-Deberías contestar-murmuró en voz baja luego de mirarlo a los ojos.
El hombre permaneció en silencio un momento y se retiró. En cuanto salió, a la joven se le desfiguró el rostro. ¿Por qué Claudia lo está llamando? ¿El le dijo que íbamos a divorciarnos hoy? ¿Llamará para preguntar si ya no estamos casados?».
Por otro lado, Alejandro se alejó lo suficiente de la habitación antes de contestar.
-¿Ale?
-Dime. ¿Por qué estás despierta desde tan temprano?-preguntó; estaba de muy mal humor e hizo un gran esfuerzo por ser amable con ella.
-Estoy despierta desde hace bastante tiempo en realidad. No pude dormir bien anoche. porque estaba preocupada por la gran señora Calire. ¿Cómo se encuentra? Ale, sé que no es un buen momento para pedirte esto, pero en verdad estoy muy preocupada por ella. ¿Puedo ir a visitarla? No te preocupes, no permitiré que me vea. Me quedaré afuera y me iré en cuanto despierte; ni siquiera entraré a su habitación.
Alejandro levantó una ceja por el comportamiento sumiso de la mujer. Ella era su salvadora y no merecía que la tratara así. Estaba a punto de asentir, pero cambió de opinión al considerar el
estado de Griselda.
-No operaron a la abuela.
-¿Qué?-comentó luego de un momento-, Atrasaron la cirugia o….?
-Si; tuvieron que retrasarla porque la abuela se puso muy nerviosa y se descompensó -explicó mientras miraba en dirección a la habitación-. Vamos a tener que esperar un poco más para la
cirugía.
-¿Por qué van a retrasarla?
La mujer se quedó perpleja y observaba el vino tinto y el filete que había preparado; incluso habia encendido velas aromáticas y no esperaba que la situación resultara así.
-Si, no sabemos cuánto tiempo debemos esperar. Ella está dormida ahora, así que te llamaré luego. Alejandro colgó y regresó a la habitación.
–
¡Bip, bip, bip! Claudia se quedó atónita al darse cuenta de que había cortado la llamada. Una de sus amigas salió de una de las habitaciones y se acercó a ella al ver que dejó el teléfono sobre la
mesa.
-¿Qué sucede, Claudia? ¿Lo llamaste?
Ella asintió, pero su amiga no se dio cuenta de lo desanimada que estaba.
-Uy, felicitaciones. ¿Alejandro vendrá más tarde? ¿Podemos quedarnos a celebrar con ustedes? pregunto emocionada.
-Si Claudia; tu amado Alejandro por fin se liberó de esa mujer y te convertirás oficialmente en la señora Calire después de esto, ino?-comentó otra de ellas.
-Por favor, señora Calire no se olvide de nosotras cuando sea millonaria y poderosa.
-Tienes que compartir tu fortuna con nosotras; espero tener un asiento vip en tu boda, ¿sabes?
-¡Yo también! Quiero estar en la primera fila. Por cierto, ¿puedes tirar el ramo de tu boda en mi dirección? Espero poder casarme con mi novio a fin de este año.
-También vas a casarte? ¡Felicitaciones! -dijo la otra amiga.
Conversaban felices y no se dieron cuenta de la expresión sombría de Claudia. Mientras más charlaban entre ellas, más se emocionaban. Luego de un momento, la mujer ya no toleró la situación.
-¿Pueden callarse? —gritó.
Sus amigas estaban sorprendidas y no comprendían porqué habia reaccionado así.
-Claudia…
-Ni siquiera intentan comprender lo que en verdad ha ocurrido y están haciendo suposiciones. A ninguna le importa cómo me siento; no creen que están exagerando un poco?
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