Capítulo 81
Gerard pensó que Nerea lo buscaria después de escuchar que habia fallado en la subasta por Llega La Reina. Para consolarla, le envió a su teléfono todos los recursos de moda y televisión que Gernea Media tendría en los próximos dos años.
Nerea revisó todo de principio a fin pero nada llamó su atención. Aunque había series de televisión populares y exitosas, nada se compararia con la fama de Llega La Reina. La idea de superar a Isabella a través de ellos era simplemente un sueño imposible
Parecia que la única manera de superar a Isabella era consiguiendo el papel de Dafne en Llega La Reina, pero…
Gerard preguntó: -¿Qué tal, Nere? ¿Encontraste algo que te gust
guste?
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-Algo si, pero aún asi quiero interpretar a Dafne.
–
-¿Te gusta tanto ese personaje?- Gerard se sintió preocupado. Aunque Astro se ha quedado con el guion de ‘Llega La Reina’, con la red de contactos que tengo en el mundo del entretenimiento, conseguirte un papel es posible. Pero el de Dafne no, con tantas estrellas bajo el sello de Astro, es imposible competir. Definitivamente no van a darle el papel principal a alguien de afuera.
-Si…
Nerea, frustrada, empezó a destapar un caramelo. Con Isabella en el medio, parecía imposible que llegara su turno.
le
Gerard continuó: -No puedo creer que Roman haya intervenido personalmente, gastando una fortuna para competir contigo, una joven, por el guion. Después de que le ayudaste a conseguir esa esmeralda con tonos violeta en el Gran Torneo de Piedras Preciosas, pensé que llevaban una buena relación….
¿El Gran Torneo de Piedras Preciosas?
¡Claro!
De repente, Nerea saltó de la cama, emocionada.
¿Cómo pudo olvidar que Roman aún le debía un favor por ayudarlo en el Gran Torneo de Piedras Preciosas? Él le había prometido en el avión que aceptaría cualquier condición. ¿No significaba eso que podía pedirle Llega La Reina legitimamente?
-¡Gracias por recordármelo, tio! ¡Te amo!
Tras colgar, Gerard quedó confundido. ¿Qué le habia recordado?
Llena de entusiasmo, Nerea buscó en su lista de contactos y se dio cuenta… que no tenía el número de Roman.
Era Increible. Después de todo lo que habían pasado juntos, ¿cómo podía ser que no tuvieran siquiera una forma de contactarse? Miguel debía tenerlo.
-Oye, ¿la gran estrella me llama en su tiempo libre? Pensé que estarías ocupada intentando conquistar el mundo del entretenimiento.
Miguel estaba supervisando la fábrica y se alegró mucho al recibir su llamada. -¿Ya me extrañas después de un día de viaje, Nere?
-¿Ah, así que estás de viaje, Miguel?
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Capitulo 81
Miguel, sorprendido, repitió: -¿Ne… re… a?
-Heh, solo bromeaba. Claro que sé que estás de viaje, te extraño mucho. ¿Puedes darme el número de
Roman?
Al escuchar su verdadera intención, Miguel preguntó con curiosidad: -¿Para qué quieres el número de Roman? No estarás pensando nada raro, ¿verdad?
-¿Qué podría pensar? ¡Miguel, tu mente es tan sucia como la de Isabella!
-¿Isabella?- Al escuchar ese nombre, Miguel se detuvo, como si recordara algo, y funció el ceño. -¿Por qué mencionas a ella de repente?
-¿La conoces?- Nerea se sorprendió. -Bueno, estoy intentando entrar en el circulo, ella es una gran figura alli, es normal encontrársela.
Miguel se quedó en silencio un momento. -No la conozco, pero mantente lejos de ella. La gente en el mundo del espectáculo es muy complicada, no quiero que te influencien negativamente.
Nerea no esperaba que Miguel, usualmente de mente abierta, tuviera prejuicios contra las estrellas del
entretenimiento.
Nerea asintió, —Entendido. ¿Puedes pasarme el número de Roman? Necesito hablar con él sobre unos asuntos comerciales después del programa ‘Cantante Con Máscara’.
Miguel contestó, -No tengo su número.
-¿Cómo es eso posible? Miguel, eres el presidente del Grupo Carris, una estrella emergente en el mundo de los negocios, ¿y me dices que no tienes el número de Roman? ¿Quieres decir que después de
tantos años en este ambiente ni siquiera tienes su tarjeta de presentación?
Miguel soltó una carcajada, -¿Has visto alguna vez a un pez gordo con tarjetas de presentación? ¿Quién no los conoce?
Nerea se quedó pensativa, -Tienes razón.
-Pero, ¿y
y tú?
Parecias conocerlo bien. ¿Cómo es que no tienes su número?
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