¿Tuvimos un hijo
Capítulo 133

En ese momento, Helen escuchó que alguien venia detrás de ella, así que abrió una de las puertas y se retiro pues no se atrevia a quedarse abi. Las personas que entraron eran algunos invitados que querían hablar de negocios. Necesitaban un lugar tranquilo, así que eligieron el balcón. Sin embargo, ellos no sabían que alguien más ya lo había ocupado.

Para entonces, Anastasia estaba por perder la cabeza.

<<¿Acaso este hombre está intentando arruinar mi reputación>>>

Sin embargo, Elías por fin la solto, pero presionó su grande palma contra su nuca para poner su rostro contra su pecho. Anastasia no tenía otra opción más que quedarse en sus brazos pues no queria que los demás la vieran ahí. Justo cuando tres hombres entraron al balcón, notaron a personas en la esquina del espacio. Todos se quedaron atónitos al ver a un hombre alto con una chica enterrada en su pecho Elías les lanzó una mirada helada antes de que ellos pudieran comprender la situación. De inmediato, observaron el rostro de Elías y pensaro

ISATO

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- iDisculpe por molestarlo! iDe verdad, disculpe!

Los tres hombres se giraron de inmediato y se retiraron. Una vez que Anastasia estaba segura de que se fueron, levantó su cabeza con fastidio. Sin embargo, sus movimientos fueron demasiado rápidos y golpeó el mentón afilado de Elías con su cabeza. Anastasia hizo un ruido de mirarlo con furia, pero lo único que vio en sus ojos fue un vacío oscuro; como un pozo sin fondo. Además, parecia que este tenia una capa de hielo que la cubría.

CO

III

- Quiero que rechaces a Miguel. De lo contrario, le diré a todos lo que sucedió entre nosotros — advirtió Elías.

-Elías, ¿crees que me casaré contigo aunque rechace a Miguel? Si eso piensas, ipues entonces sigue soñando! -luego de eso, Anastasia salió del balcón. Pero camino de forma muy apresurada y se tropezó con su vestido antes de caer al piso, cerca de donde estaban las plantas.

SUV

- Ay... -se quejó Anastasia de dolor pues se había vuelto a lastimar la rodilla. Elías camino hacia ella con sus piernas largas para darle la mano y ayudarla. -¿Por qué siempre eres tan torpe? -se quejó Elías.

-No es asunto tuyo.

Anastasia empujó su mano antes de retirarse con renguera, lejos de él.

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Elías sacó su teléfono y llamó a un número mientras observaba cómo Anastasia se iba.

-Hay una chica con vestido gris que está bajando ahora mismo. Quiero que prepares un auto y la lleves a casa.

Luego de dar esa orden, Elías tiró de su corbata. Cada uno de sus movimientos desprendían un aura intimidante y atractiva, lo cual provocaba que los demás le temieran y lo admiraran al mismo tiempo. Era demasiado llamativo.

Cuando Anastasia bajó las escaleras, el gerente del hotel se acercó a ella y dijo:

-¿Se dirige a casa, señorita? Estamos proporcionando conductores privados para nuestros invitados de la noche.

Anastasia se había estado preocupando sobre como conseguiría un taxi en esa zona, así que asintió de inmediato después de escuchar lo que dijo el gerente.

-Así es. Ya me voy.

-Sigame, por favor.

El gerente apuntó hacia un auto y después abrió la puerta trasera para que Anastasia entrara. Una vez ahí, Anastasia se sintió mucho más relajada.

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Anastasia logró retirarse del evento, pero había ofendido a varias personas esa noche. No solo había provocado a Helen, sino que también había hecho enfurecer a Lidia.

Lidia había ido por todo el lugar preguntando por información sobre Anastasia. Queria recolectar todo lo que pudiera encontrar sobre ella. En poco tiempo, una de las invitadas le dijo a Lidia que Anastasia solo era una diseñadora de joyas ordinaria que venía de una familia normal. Anastasia no era el tipo de chica que podía cumplir los estándares de la familia Mendoza. Eso reforzó la creencia de Lidia de que, al final, sería ella quien se casara con Miguel. No iba a permitir que otras chicas se lo quitaran. Por otro lado, Helen estaba temblando de ira. Al pensar en como Anastasia y Elías se habían besado, sintió como si alguien la hubiera apuñalado en el pecho.

Mientras tanto, Helen observó a su nieto, Miguel, con sorpresa en sus ojos. Se encontraban conversando en una de las habitaciones.

-¿Anastasia de verdad salvó tu vida, Miguel?

-¡Sí! No estaría aquí hoy si no fuera por ella, abuela. Ese accidente fue demasiado peligroso. Habría volado en pedazos si ella no me hubiera sacado del auto-respondió Miguel con una voz firme.

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