¿Tuvimos un hijo
Capítulo 272

Capítulo 272

-Hay algo que he querido contarte. El destino me llevó a la familia Palomares. Hace un tiempo salvé a alguien de esa familia y ahora me están devolviendo el favor cuidando de mi, por lo que esa es la razón por la cual me invitaron a la fiesta de la señora Palomares.

-Cuéntame como conociste a la familia Palomares. ¿Qué hiciste en específico para que te tuvieran tanto aprecio? -preguntó Érica con curiosidad, pues se preguntaba qué tanta suerte tuvo Helen para conocer a la familia Palomares.

-Me temo que no puedo darte la razón exacta en este momento, pero sé que nosotras tendremos un objetivo en común cuando vayamos allá: debemos poner a la familia Palomares en contra de Anastasia. Haremos que la odien tanto que nunca podrán olvidar ese odio -indicó Helen.

-Tienes toda la razón. -Erica hizo eco de los sentimientos de Helen y expresó su propio resentimiento. - Debemos trabajar juntas para dañar la relación de Anastasia con Elías, ya que ella nunca debe casarse con él ni ser parte de la familia Palomares.

-Haré un plan. Para cuando esté listo, tú solo tendrás que cooperar conmigo.

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Era usual que Helen fuera la mente maestra detrás de las ideas. Por su parte, Érica siempre había sido consciente de que Helen era astuta, por lo que accedió sin dudarlo y asintió. -Puedes estar segura de que deseo humillar a Anastasia en la fiesta tanto como tú.

A pesar de que Érica no tenía idea de cómo Helen había conocido a la familia Palomares o cómo eso afectó su vida, recibió gustosa un regalo de ella antes de que partieran: un collar de 500,000 de valor. Érica se enamoró de él en cuanto lo recibió y de inmediato se reforzó su complicidad con Helen, por lo que no se molestaría en descubrir más sobre la relación de ella con la familia Palomares. Ahora en lo que pensaba era en mantener contenta a Helen.

<<¿Adiva qué? Supongo que ya no puedo hacer de menos a Helen».

En otro lado, en una tarde relajada, Anastasia se encontraba trabajando en sus bocetos. Con ideas fluyendo por su mente e inspirada, añadió algunas modificaciones al collar de Elías para hacerlo más grueso y que, de esa forma, resaltara la masculinidad del portador; sin embargo, mientras continuaba elaborando el boceto, de repente comenzó a dibujar el rostro del hombre por puro capricho.

A pesar de que parecía que Elías era un hombre apuesto y lucia perfecto desde cualquier ángulo, ella quería dibujarlo cuando el brindó por ella la última vez y sus ojos se mostraron gentiles. De ese modo, procedió a pasar toda la tarde dibujando a Elias. No era necesario indicarlo, pero ella no diría ni una palabra del retrato a nadie porque lo había hecho para ella y para pasar el rato.

Mientras tanto, Elías pasó su tarde en una reunión desde su estudio. Alejandro ocupó su tiempo jugando con sus Legos en el cuarto de juegos. Al ver la hora, Elías se levantó y salió de su estudio, preguntándose qué estaría haciendo Anastasia. Como los dos estudios estaban en el mismo piso, decidió dirigirse hacia el de ella.

El retrato de Elías se reflejaba sobre el papel gracias a la habilidad de Anastasia con el dibujo. Comenzó a arreglar sus cejas un poco, haciendo que fueran menos frondosas porque el tenia cejas largas y gruesas. Después de eso, ahora sí, el retrato lucia perfecto. El hombre en el parecia tan vivido que Anastasia admiró su obra maestra con una taza de té en mano mientras se preguntaba lo nada imparcial que debía ser el destino para permitir que un hombre tan apuesto como él existiese, aunque en ese momento, escuchó que alguien tocó la puerta. Tomó sus cosas con rapidez para cubrir el retrato y llamó: - Pasen. -La puerta se abrió, dejando ver al atractivo Elías en su marco, lo que ocasionó que Anastasia lo mirara con nervios. Pese a todo, se levantó y le preguntó: -¿Sucede algo?

-¿Mi collar ya está listo? - indagó Elías mientras se inclinaba hacia su escritorio.

-Aquí está. Míralo y dime si te gusta.

Ella le pasó el boceto que acababa de completar. Elías lo observó con detenimiento, admirando la belleza y elegancia de las cadenas del collar y cómo se entrelazaban entre sí. Ante tal obra maestra, él asintió con satisfacción y dijo:

-No está nada mal. Me gusta.

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