¿Tuvimos un hijo -
Capítulo 316
Capítulo 316
Alma fue llamada por él en público, por lo que fingió estar apenada y asintió, luego le respondió con una sonrisa dulce:
-Claro. Estaré allá dentro de poco.
-¡Qué bendecida está, señorita Durazo! El presidente Palomares la trata bien -le dijo una diseñadora a Alma.
- No hay nada entre el presidente y yo. Por favor, no lo malentienda -respondió sonriente, luego se marchó con sus documentos a la mano. Al mismo tiempo, Anastasia estaba recogiendo sus pertenencias por igual y por alguna razón desconocida, no sujetó bien su cuaderno de apuntes y se cayó al piso.
- Oh, al parecer alguien está ofendida. - Alexis se aprovechó de la situación para burlarse de Anastasia, pero ella ignoró por completo sus palabras y recogió su cuaderno con calma; sin embargo, Alexis no tenía ninguna intención de dejar que se librara de ella con tanta facilidad ¿No se siente terrible que te abandonen, Anastasia? Tu reino ha acabado y Alma ha tomado tu lugar.
Anastasia se fue de la sala de conferencia sin haber sido afectada por las constantes burlas de Alexis.
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Ella soltó un respiro hondo en el momento que regresó a su oficina y tenía la intención de utilizar lo que le quedaban de horas de trabajo para revisar sus bocetos; no obstante, en el preciso momento que se iba a poner a trabajar, una imagen de Elias y Alma le pasó por la cabeza. Se imaginaba a los dos dentro de la oficina y veía al hombre presionando a la mujer con tanto entusiasmo contra la mesa.
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El teléfono de su oficina sonó en ese momento y ella contestó de inmediato:
-¿Hola?
-Esta noche iré a tu hogar a cenar. También ten lista mi porción. -La voz profunda e hipnotizante de Elías resonó por el teléfono. Pareció como si ella lograra jalar toda su rabia del aire cuando respondió con indiferencia:
-No voy a cocinar esta noche. Presidente Palomares, por favor vaya a comer fuera con Alma.
-¿Por qué no vas a cocinar? -preguntó con curiosidad.
- Por ninguna razón - le respondió escondiendo sus emociones.
-De acuerdo. Conduce con cuidado cuando vayas a recoger a Alejandro más tarde.
-No necesito de su preocupación -respondió Anastasia con terquedad y terminó la conversación justo después de eso.
El hombre que estaba en la oficina del presidente y que acababa de terminar la llamada no paraba de sonreir porque sabia que Anastasia estaba celosa. Bueno, ella solo se podía culpar a si misma por haberse acercado tanto a Mario y como ahora había hecho enojar a Elías, él le iba a regresar el favor.
Anastasia y Alejandro regresaron en la tarde a casa. Ella compró salchichas de camino de regreso y decidió que las prepararía para la cena.
- Mamá, įva a venir el señor Palomares? ¿Deberíamos comprar más? - El pensó de inmediato en Elías cuando vio las salchichas.
- Él no vendrá y ya no volverá más en el futuro - le respondió mientras que hacía las salchichas, por lo que los ojos de Alejandro se agrandaron al instante a la vez que le preguntaba:
-¿Por qué?
- Porque... él está ocupado. - No tuvo más opción que darle una excusa, pues no había posibilidad de que pudiera decirle a su hijo que Elías estaba ocupado saliendo con alguien, co sí? Eso era algo que Alejandro debería saber tardo o temprano, pero Anastasia quería mantenérselo oculto por el momento. Estaba arrepentida por haber permitido que él se hiciera tan unido con Elias desde un principio, pues había agarrado cariño e incluso tenía ciertas expectativas sobre el; ella no tenia la más mínima idea de cómo iba a hacer que su hijo se saliera de esa relación.
Después de que terminaron con las salchichas, Alejandro supo que su madre estaba ocupada y fue a jugar por su cuenta. Anastasia no tenía nada de sueño durante las horas pasadas de la medianoche, pese a que su hijo ya se había dormido. Había ciertas imágenes que seguían
apareciendo en su cabeza y dentro de esas estaba la de Elías besándola; todas esas eran como hormigas que no dejaban de rasgar su corazón. La respiración del hombre, su fuerza dominante, su mirada posesiva, sus labios que se aproximaban...
Estaba tan harta de eso que rodaba por la cama de nuevo y trataba de encontrar una posición adecuada para acostarse, pero todavía no podía quedarse dormida. Cada uno de los besos de Elías se convirtieron como eventos vivos en su mente; entre más pensaba en ellos, más enojada se ponía. ¿Quién era él como para besarla en tantas ocasiones? ¿Por qué ella no lo rechazaba?
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