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Ultimas 59
Capítulo 59
Cuando senti un liquido helado corriendo por mis venas y el familiar olor a desinfectante, me di cuenta de que estaba en el hospital
No sé si fue el asunto de Estrella lo que me puso nerviosa, pero mi cuerpo se debilitó aún más. A veces sangraba por la nariz y me desmayaba.
No era de extrañar que el médico me dijera que siempre debla tener a alguien a mi lado. Sin Estrella, probablemente ya me habria muerto varias veces.
Al abrir los ojos, me di cuenta de que ella estaba dormida a mi lado. Intenté tomar agua con dificultad, pero una mano grande rápidamente destapó la botella y me la pasó,
“¿Ya despertaste? ¿Te sientes mal?”
La gran mano de Cristian cubrió mi frente, y el calor de su palma me hizo sentir menos mareada.
Bebi un gran sorbo de agua y poco a poco recuperé algo de energia.
Estrella levantó la cabeza de golpe, su cabello estaba todo desordenado, “Iris, ¿por qué te desmayaste otra vez? ¿Por que no has estado comiendo bien últimamente?”
Su voz estaba más ronca que antes, pronto se convertiría en la de un anciano, por lo que rápidamente le pedi que dejara de hablar
“Ya, si sigues hablando, vas a tener que ir al otorrinolaringólogo, Mira, ya estoy bien, ¿no?”
Además, tú sabes que la quimioterapia…
Mis palabras se detuvieron abruptamente y luego miré a Estrella con los ojos bien abiertos.
Cristian todavia estaba alli, ¿cómo podría revelarle mi condición?
Estrella, torciendo la boca, dijo incómodamente, “Bueno, él llamó en ese momento, me puse nerviosa… de todos modos, él ya lo sabe.”
Luego bajó la cabeza resignada, como dejándome decidir su destino.
Girando la cabeza mecánicamente hacia Cristian, noté que tenia una mirada llena de dolor y compasión.
“¿Iris, por qué no me lo dijiste antes? No me extraña que hubieras sangrado por la nariz y te desmayaras en varias oportunidades, Iris, ¿es que ya no me consideras tu amigo?”
En ese momento, no supe cómo responder, y el ambiente se volvió tenso.
Afortunadamente, el médico llegó a tiempo y me dio algunas indicaciones adicionales sobre lo que debía tener e
cuenta.
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Me observó de arriba abajo y negó con la cabeza, diciendo, “Te lo dije, estás demasiado delgada, debes alimentarte bien.”
“Sé que a veces no tienes apetito, pero aun asi debes comer, decesitas prepararte para la próxima quimioterapia, ¿entiendes?”
Asenti suavemente, pero en mi corazón sabia que realmente no podia comer.
Cristian retuvo al médico, preguntándole preocupado: “¿Su desmayo es por la quimioterapia?”
El médico frunció el ceño y luego asintió.
“Tu esposa incluso se sometió a cirugía por su cuenta, por muy ocupado que estés, deberias cuidar de tu familia, Lentendido?
Al ver que el médico estaba confundido, Cristian no dijo nada más, solo asintió repetidamente.
Luego se volvió hacia mí, ¿El no lo sabe?”
Ente esa pregunta, solo pude asentir, sin nada más que explicar.
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Cristian no preguntó más, en cambio, se encargó de los trámites del alta y nos llevó a casa.
Antes de irse insistió varias veces en que lo contactara en cualquier momento si algo sucedia, y se aseguró de que tuviera su número de teléfono como contacto de emergencia
Estrella miró su espalda pensativa.
*¿Y si hubieras elegido a Cristian desde el principio…?”
“Imposible.”
Estaba segura de que nunca podría haber elegido a alguien más.
En ese momento, amaba demasiado a Jonathan, ¿cómo podría haberme enamorado de otro? Pero en ese momento, todo habia cambiado. Esa misma tarde, el departamento de personal llamó a Estrella para preguntarle cuándo podia empezar a trabajar.
Ella me miró y yo tomé el teléfono, diciéndoles que iriamos en ese mismo momento a hacer los trámites. Ese asunto era mejor resolverlo cuanto antes, ¿quién sabe si Jonathan cambiaría de opinión? Él ya no tenía ninguna credibilidad.
Cuando llegamos a la empresa, fuimos directamente a verlo. Al saber que aceptábamos las condiciones, no se sorprendió en lo más minimo..
“Si aceptaron el acuerdo, ¿por qué no respondieron mi llamada? Lo hicieron a propósito, ¿verdad?”
“¿Querias que Miriam se asustara en la comisaria? Iris, realmente no pensé que fueras tan malvada.”
Su voz era ronca y sus ojeras se notaban bastante, parecía que no habia dormido bien en toda la noche. Cuando revisé mi teléfono, vi que estaba en silencio.
Estrella estuvo a punto de explicarle la situación, pero yo la interrumpi, “Primero hagamos los trámites.”
“Iris, ¿cómo puedes hacer esto por tu amiga pero menospreciar así a tu propio esposo?”
El se enfureció de repente, y luego se plantó frente a nosotras, bloqueando mi paso.
“¿Yo te menosprecio? Jonathan, creo que lo estás diciendo al revés.” Respondi mirándolo sin entender.
“¿Cuántas mujeres has traido a casa después de casamos? ¿Cuántas veces me has humillado por Miriam, tu amante? ¿Cómo tienes la cara para decir que yo te menosprecio?”
Tenía muchas más cosas que decir, pero un dolor punzante en el pecho me hizo no querer discutir más. Sin más, empujé a Jonathan, quien todavía estaba atónito, “Si quieres salvar a tu querida, más te vale que transfieras el dinero rápido, si no, daremos por acabada la mediación.”
Una vez terminados los trámites, le mandé un WhatsApp a Jonathan para que pasara por la comisaría. Cuando llegamos, él ya había recogido a Miriam, quien en ese momento lloraba desconsoladamente abrazada a mi esposo.
“Jon, ¿por qué tardaste tanto en venir por mi? Tuve mucho miedo.”
“Todo lo que hago, lo hago por ti, por la empresa, ¿por qué Iris no puede dejarme en paz?”
Él le acarició la espalda lentamente, con un cariño inmenso.
Mirando la escena en frente mio, lentamente esbocé una sonrisa.
Qué bien, eso seguramente significaba que ya no se negaría a darme el divorcio, ¿verdad?
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