Un Divorcio Tras Mi Renacer por Lluvia C. Castillo -
Capitulo 11
Capítulo 11
Cuando Delicia salió de la comisaría.
Vio a Alvaro y Elena, ambos se pararon frente al coche, se ignoraron mutuamente. Y luego Alvaro la descubrió, se acercó a ella, azorado.
Delicia no le hizo caso y se acercó a Elena.
La detuvo con la mano: -Volvemos a casa.
-¿Qué?
Delicia rio, decepcionada.
-Ya no tengo familia. Se quitó la mano del hombre, dijo tranquilamente.
Después de todo, ¡ya no sentía nada por él!
Nadie lo entendía.
En su última vida, Alvaro siempre estaba en la posición dominante. Y ella había estado ansiosa por ser traída aquí. Había Llevado encerrada tres días.
Y pudo salir por la ayuda de Elena.
¡Delicia! -El hombre estaba ansioso.
Delicia lo miró.
Mirando sus ojos brillantes, su nariz alta y su bonita cara, todo fue fascinante.
Un hombre tan perfecto, no le extrañaba que otras mujeres siguieran intentando seducirlo aunque estaba casado.
Al principio, ella también le tenía fascinada.
Pero en ese momento, sólo quería romperle la cara.
-Suéltame. Nada más, dijo fría.
Alvaro creía que sólo estaba enojada.
Mirándola así, estaba tan preocupado que no sabía qué hacer.
Y luego Delicia le empujó, se dirigió al coche de Elena, ¡sin vacilación!
Dejó a Alvaro solo.
Era pequeña, hizo que quisiera protegerla. Pero ahora parecía más alta.
E inaccesible.
En camino.
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Delicia estaba demacrada. Sólo fue encerrada por una noche, perdió peso.
Elena le dio una botella de agua mineral y dijo: —Toma.
Gracias.
Lo tomó
Se esforzó por abrirla. Elena intentó ayudarla: -Te ayudo.
Durante un rato.
-¡Lo puedo!
«¿Todos piensan que soy tan débil?»
Tenía las manos pequeñas, con los dedos tan finos que parecía que iban a romperse al hacer fuerza.
En el pasado, Alvaro pensaba lo mismo. Por eso, desde que se conocieron, ese hombre siempre la cuidaba.
Así que se volvió tan inútil.
Elena se lo permitió. Finalmente Delicia lo consiguió y tomó el agua.
Aún no podía calmarse en el corazón después de tomar tanta agua.
-Elena.
-Si.
-¿Por qué me trató así? -Dijo tranquilamente.
Tal calma se debía al cultivo desarrollado a lo largo de los años en la familia Jimenez.
Elena la consoló: -Si estás enojada, puedes gritar. Nadie te comente ahora.
<<¡El marido es infiel! Es imposible que no esté enojada.»>
Delicia miró por la ventana.
Aún no se permitió ser grosera delante de su mejor amiga.,–Elena, llévame a
casa.
-¿Aún quieres volver allí? -Le sorprendió Elena.
Pensó
que Delicia se había ido con ella para vivir con ella.
Sin embargo, Delicia sabía lo que pasaba.
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Estaba harta de volver a ver a Alvaro, pero no podía ir a ninguna parte en ese
momento.
¡La violencia cibernética era una locura!
Si ella vivia con Alvaro, aún los criados la protegerían en casa. Pero si vivía con Elena, se la molestaría.
-Tengo que volver, porque esa casa también me pertenecía.
Elena:
Antes a Delicia le importaba eso.
Aunque Delicia era huérfana, ¡todos sabían que nunca luchaba por nada!
Cuando se casó con Alvaro, la gente que no la conocía decía que lo hacía por el dinero.
Pero sus amigos sabían que, aunque el dinero era importante para ella, le importaba más su dignidad.
Si no amaba a Alvaro, no importaba qué la diera Alvaro, no podría casarse con él.
Pero ahora, Delicia dijo: -Te encargarás del caso de mi divocio por favor.
Ayúdame ganar lo que merezco.
-¡Bien! -Elena asintió.
<<Menos mal que sea clara.», antes Elena le preocupaba que rechazara los derechos e intereses que le pertenecían.
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Capítulo 12
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