Capítulo 130: La Ayuda de Señor Valenzuela

Aitana se paralizó al darse cuenta de su error. Uno de los policias, sin poder contenerse, soltó una risita que, aunque breve, fue una humillación para Altana. Su rostro se tornó rojo de vergüenza y rabia.

-Señorita Aitana, usted dijo que una disculpa debe ser sincera. Estoy de acuerdo, así que mejor arrodillese para disculparse.

Dijo de repente Alonso, que había estado en silencio. Había venido solo para asegurarse de que Valentina no fuera intimidada, pero claramente ella no necesitaba protección. Alonso miró a Valentina con una mezcla de admiración y cariño.

Valentina, sorprendida por el apoyo de Alonso, asintió agradecida y luego se dirigió a Aitana.

-Arrodillate para disculparte -dijo con una sonrisa radiante.

Aitana se sintió humillada y furiosa, pero sabiendo que el apoyo de la familia Valenzuela a Valentina la dejaba sin opción, se arrodilló a regañadientes.

-Mija…

Marc y Alicia intentaron intervenir, pero Aitana los rechazó, aumentando su resentimiento hacia

Valentina.

Marc y Alicia, enfadados, advirtieron a Valentina que no abusara, pero ella pareció ignorarlos. Para Valentina, era solo una respuesta justa a la farsa de Aitana.

-Valen, lo siento, en ese momento estaba realmente confundida y asustada, te acusé sin entender bien la situación. ¿Podrías perdonarme?

-Aitana, acepto tu disculpa, pero que no haya una próxima vez. Si vuelves a intentarlo, no será solo una disculpa lo que enfrentarás.

Advirtió Valentina, mirándola fijamente. Aitana, por dentro, estaba llena de odio, pero no podia más que aceptar la situación.

Valentina se levantó y salió de la habitación. Poco después, Noah llegó y encontró a Aitana

arrodillada.

-¿Qué pasó, Aiti? ¿Por qué estás así? -preguntó preocupado.

Aitana, entre lágrimas, no pudo responder. Noah se desesperó.

-Habla, Aiti, ¿qué sucedió?

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De pronto, recordó.

-¿Fue Valentina? ¿Ella te hizo esto?

Las lágrimas de Aitana se intensificaron.

Alicia suspiró.

-Esa Valentina no tiene corazón. Obligó a Aiti a arrodillarse para disculparse en su estado débil

Noah apretó los dientes y levantó a Aitana para ponerla en la cama.

-Aiti, no te preocupes, no permitiré que ella se salga con la suya después de haberte tratado así -dijo con determinación.

Esto era exactamente lo que Aitana quería.

Ella despreciaba la idea de casarse con Noah, pero él podía ser un buen aliado.

La humillación de hoy, se aseguraria de que Valentina lo lamentara.

Con esos pensamientos, Aitana de repente abrazó a Noah, llorando aún más lastimeramente.

Al salir del hospital, un coche se detuvo frente a Valentina y Alonso.

La ventanilla se bajó y, para sorpresa de ellos, era Lucía.

-Hermano, señorita Lancaster, suban–les hizo señas Lucía.

Valentina y Alonso habían llegado en un coche de policia y, aunque Alonso ya había llamado a su asistente para que los recogiera, todavía no había llegado.

Ni Valentina ni Alonso querían subir al coche, pero Lucía se bajó y tomo cariñosamente del

brazo a Valentina.

-Señorita Lancaster, ayer te defendi, eso nos hace amigas, ¿verdad? Simplemente me caes bien y quiero ser tu amiga, no me rechazarás, ¿verdad? -Lucía decía con sinceridad.

Pero Valentina estaba incómoda.

Señorita Lucia Valenzuela había testificado a su favor y debía agradecerle, pero hacerse amiga de la nueva pareja de su exmarido era complicado incluso de pensar.

Sin embargo, rechazar directamente a Lucia también parecería muy ingrato.

-Por supuesto que no, señorita Lucía Valenzuela me ayudó mucho, debo agradecértelo. Si no

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-¡Claro que si! Pero no me llames señorita Lucia Valenzuela, suena muy formal. Llámame…. Lucy–respondió Lucia.

¿Lucy?

Ese nombre era demasiado familiar para Valentina.

Alonso siempre decía que sus ojos se parecían a los de Lucy, una mujer muy querida por don

Mendoza.

¡Y ahora estaba frente a la verdadera Lucy!

Sin embargo, Lucía llevaba gafas de sol, y Valentina no podía saber si sus ojos realmente se

parecian.

Mientras Valentina reflexionaba, la expresión de Alonso se había vuelto sombría.

Incluso delante de Valentina, advirtió a Lucia con severidad:

-Lucia, no tienes derecho a usar el nombre «Lucy».

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