Capítulo 131: La Verdadera Señorita Valenzuela

La reacción de Alonso tomó por sorpresa a Valentina. Siempre había sido un hombre educado y cortés, y era la primera vez que ella lo vela perder la compostura. Por un momento, el ambiente se tornó tenso y extraño. Sin embargo, la reacción de Valentina era algo que Lucía ya había

anticipado.

Con un gesto de desánimo, Lucia puchereó y miró a Alonso con ojos suplicantes.

-Hermano, ¿acaso es tan importante un nombre? Si no te gusta, dejaré de llamarme «Lucy» – dijo ella.

Tras estas palabras, se dirigió a Valentina:

-Señorita Lancaster, si a mi hermano no le agrada, de ahora en adelante llámame Lucía.

Su tono estaba teñido de decepción, como si anhelara profundamente usar el nombre de «Lucy», pero sintiera que no tenia el derecho de hacerlo.

Valentina estaba completamente confundida. Ella había pensado que Lucy y Lucia eran la misma persona. Pero, ¿seria Lucy alguien más? La curiosidad inundó su mente, pero sabia que indagar en los secretos ajenos no era correcto.

Después de esto, subieron al coche de Lucia y fueron a comer. Durante el almuerzo, Santiago los

siguió discretamente. Durante dos días, había estado persiguiendo a Valentina como un acosador, frustrado porque Alonso no se separaba de ella. Valentina era su esposa y debería

estar con él. La situación lo hacía sentir como un extraño, lo que le resultaba extremadamente

irritante.

Santiago estaba lleno de frustración que no podía desahogar.

– Jefe, acabo de recibir noticias de Leones del Desierto en Guadalajara. El señor Álvaro se ha

escapado.

Informó Thiago tras una llamada telefónica. Santiago frunció el ceño, más concentrado en Valentina que en cualquier señor Álvaro. Al ver que Valentina y los demás salian del restaurante, los siguió de inmediato.

Thiago, que siempre acompañaba a su jefe, no pudo evitar rodar los ojos. Quería decirle a su jefe que parecía un paparazzi acechando a una celebridad, pero no se atrevía a expresar tal pensamiento.

Por la tarde, Lucia llevó a Valentina a su empresa. Al bajarse Valentina del coche, solo quedaron Lucia y Alonso. La atmósfera animada desapareció instantáneamente, dejando un ambiente

-No hagas nada indebido con Valentina.

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Era la segunda advertencia que le hacia ese día. Lucia lo encontró aún más interesante.

Desde su infancia, su hermano Alonso nunca habla mostrado tanto interés por ninguna mujer, excepto por aquella llamada «Lucy».

Al oir que Valentina era simplemente un reemplazo, comenzó a dudar de esa afirmación.

-¿Que podria hacerle? ¿Por qué tendria que hacerle algo?

Lucia, sujetando el volante, pronunció estas palabras con una sonrisa tenue en su rostro, una

sonrisa que parecia peligrosa.

La imagen de Santiago preocupado por Valentina no se borraba de su mente.

Sentia curiosidad por saber qué encanto posela Valentina y se encontraba algo confundida, pues

la situación le recordaba mucho a lo sucedido años atrás.

Solo que ahora, Valentina era la protagonista.

Cada expresión en sus ojos era capturada por Alonso a través del espejo retrovisor.

Todos ellos eran nietos adoptivos de don Raúl Valenzuela y hablan crecido juntos, conociéndose

demasiado bien.

Lucía nunca había sido fácil de tratar.

Santiago estuvo en el museo y la estación de policia la noche anterior, y no creia que Lucia no

hubiera notado algo.

Los sentimientos de Lucía hacia Santiago no eran ningún secreto en todo Guadalajara.

-Pelear por el hombre que deseas es tu derecho, pero si no escuchas lo que te digo, no me

importarà perder una hermana.

-No olvides que el abuelo ha estado buscando a Citlali Zaragoza durante años. Citlali tuvo unal hija, y esa nieta aún desconocida, es la verdadera señorita Valenzuela.

Tras decir esto, Alonso se detuvo y salió del auto sin dudar.

Dentro del coche, Lucía se sumió en sus pensamientos.

No le daba importancia a la «nieta» de la que hablaba Alonso.

Su abuelo habia estado buscando a Citlali durante años, pero incluso con el poder de la familia

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Quizás Citlali ya no estuviera viva.

Encontrar a la hija de Citlali, sin pistas, no seria tarea fácil.

Lo que realmente le importaba era otra persona.

Recordando ciertos eventos pasados, una sonrisa irónica se dibujó en sus labios.

-¿Cuándo me has tratado como a una hermana?

En los ojos de Alonso, solo existia una hermana: Lucy. Cuando Lucy estaba presente, nadie más

le importaba.

Afortunadamente, Lucy había desaparecido.

Lucia respiró profundamente, recuperando su radiante sonrisa, y sacó su teléfono para llamar a Santiago.

En Starlight Joyas, Valentina apenas había estado en su oficina un rato cuando se produjo un pequeño alboroto afuera.

Santiago se dirigió directamente hacia la oficina de Valentina.

Alonso ayer y Santiago hoy, dos hombres increíblemente atractivos, continuaban la atmósfera de chismes del dia anterior en la oficina.

Valentina estaba revisando un diseño.

Cuando la puerta se abrió de repente, creyó que era Dante y, sin levantar la vista, dijo:

-Dante, los documentos sobre la mesa ya están firmados, puedes proceder…

Dante, siempre tan animado, había entrado en la oficina sin decir una palabra.

Valentina frunció el ceño, sorprendida, y al levantar la vista, su corazón se estremeció al ver

quién estaba en la puerta.

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