Chapter49

Heredera divorciada Juliany Linares Chapter49

Les invito un helado. ALEXANDER El inesperado regreso de Sarah, causó revuelo en más de una persona,

induyéndomey no era más por la persona tan fría y dura en la que se había convertido, una mujer fuerte que

no se dejaba intimidar de nadie.

Ya no quedaban rastros de la Sarah de antes y me quedaba un mal sabor de boca al pensar quetuve mucho

que ver con su cambio.

Más de uno estaba maravillado con ella, hasta Alexis, de hecho, mostró un gran avance en sus terapias

desde aquella noche en que la vio, nosé de dónde había sacado fuerzas para regalar a Gina por su

comportamiento con Sarah.

Por un momento pensé que la había reconocido por las noticias, pues varias veces mencionaba su nombre,

hasta queme enteré de la verdad de su propia boca y me sentí inexplicablemente incómodo y molesto.

Se conocieron aquella noche en el lugar que jamás debí llevarlo, me resultaba sorprendente tanta

coincidencia.

Desde que Alexis me lo contó, me estuve preguntando por que ella no me lo había contado, hasta que me

dijoque ella no sabia que tenia un gemelo, entonces, llegué a la conclusión que pensó que a quien vio hace

años fue a mí y no a él.

¿Es por eso que en la universidad supo mi nombre? Ahora le encontraba sentido.

No solo Alexis quedó fascinado con ella, yo me sumaba a la extensa lista cuando la vi después de mucho

tiempo en el banquete de bienvenida.

Flashback.

Después de concluir el desfile de apertura con éxito, una representante de Doinel se acercó para

informarsobre el proyecto que llevarían a cabo.

No estaba enterado en lo absoluto de la búsqueda de una marca estadounidense para colaborar con Doinel,

de inmediato me interesé cuando dijo que mi empresa érala más calificada para este proyecto, solo debía

enviar una propuesta y hablar con la encargada de la colaboración.

Sarah.

Me dijo que me esperaba en el banquete y de inmediato le ordené a mi asistenteque preparase una buena

propuesta y se apoyara en el proyecto más beneficioso y con un margen mínimo de riesgo, era lo mejor que

podía hacer en el menor tiempo, solo era cuestión de modificar.

En el salón de banquete, estaba terminando de darle instrucciones a mi asistente, cuando vi lasilueta delicada

y elegante de una mujer en la lista de baile, me resultaba imposible apartar mis ojos de ella.

Aquella mujer era naturalmente hermosa, su belleza me dejó con la mente en blanco por unos segundos.

-¿Quién es esa mujer? - le pregunté a mi asistente que estaba sentada a mi lado en la mesaasignada a los

Lancaster.

Tenía la esperanza de que Cristina supiera algo sobre aquella mujer con clase que me teniamaravillado y sin

ni siquiera poder observar su rostro con claridad, pues, yo jamás la había visto, de lo contrario, la hubiese

recordado.

Observé detenidamente su espalda que estaba al descubierto, gracias al escote de aquel vestido que la

haciadestacar ante las demás, su cabello castaño estaba inmóvil sobre su hombro, dejándome una

maravillosa vista de su piel blanca y delicada Su vestido plateado se balanceaba de un lado a otro mientras

bailaba acompañada de un hombre mayor al que tampoco le pude ver el rostro.

Tal vez aquel hombre sea su padre, pues ambos bailaban la pieza sumergidos en unaconversaciónque solo ellos sabían.

Pero esfumé aquella idea cuando Cristina me respondió.

Es Sarah Petit, señor, su ex esposa.-mi corazón dio un vuelco al escuchar las palabras de Cristina, la

miré sin poder creer queestaba hablando de aquella mujer de la que me divorcié hace más de tres años.

La mujer que la noche anterior vi por las cámaras de seguridad en el bar de Mike.

¿Miexesposa?

Sarah Petit.

Fin del flashback.

Ella despertó algo en mí y me desconcertaba porque era imposible no cabrearme cada vez que la veíacon algún hombre y enloquecicuando la misma mujer que se acercó a mi en el desfile, me dio unanoticia que no esperaba en lo absoluto.

Sarah tiene un hijo.

Y mi malhumor aumentó cuando ella misma me lo confirmó.

Aproveché que Leonardo Doinel me citó en su casa para encararla y que ella misma me adararalo queintento decirme por teléfono, tenía un vago presentimiento en mi pecho que no me abandonaba.

Estando frente a ella, con ese niño en sus brazos, el mismo que hice llorar cuando tropecé con él yensució mi pantalónde aquella crema.

Por alguna extraña razón, me sentí miserable una hora después, una incomodidad se alojó en mipecho y era mucho más que laculpa por no medir mis actos con un inocente.

Lo entendí todo cuando soltó aquellas palabras.

-Tú eres el padre de mi hijo.

Me sumergí en un estado de shock del que por mera suerte salí a tiempo, mi cuerpotemblo en secretoy mi corazón se encogió.

Soy padre.

Sarah tuvo a mi hijo.

Tengo un primogénito y hasta ahora me enteraba.

Me perdi una etapa tan maravillosa, me perdí del embarazo, el nacimiento y el crecimiento de miheredero.

Un Lancaster.

Me senti abrumado por la mezcla de sentimientos.

Quería regañar a Sarah por haberme ocultado una información tan importante para mí, para ambos.

Quería abrazarla con ese niño en medio.

Quería arrebatarle al niño y gritarle en la cara que no tenía derecho de apartarme de mi hijo por tantosaños.

A la final, lo único que hice fue dejar escapar una lágrima sin apartar la vista delpequeño pelinegro quese escondía de mi, tenía tanto miedo de mí, me miraba como si fuera un monstruo y en ese me

convertí sin darme cuenta.

El rechazo de Tristán fue tan doloroso, como una daga oxidada apuñalando mi corazón una yotra vezsin compasión.

Mi propio hijo me despreciaba, no quería ni verme.

Con Alexis me sentía miserable y la peor persona del mundo por lo que le hice,pero nada eracomparado con ver el miedo en los ojos miel de mi hijo y como trataba a otro hombre como si fuera supadre.

Eso lo iba a arreglar hoy.

Los nervios burbujeaban en mi sistema y miré con una sonrisa en mi rostro el regalo que llevaba enmis manos, lo escogí yo mismo y esperaba quele gustara, aunque no tenia ni idea de que podríagustarle a un niño de tres años.

El parque para niños era grande, sin - embargo, la ubicación que me dio Sarah era exacta y no fuedifícil encontrarlos.

Hola.

-saludé con los nervios a flor de piel.

-Lo siento si los hice esperar.

Miré por unos segundos a Sarah, que hablaba alegre con la pequeña versión de miy una sensación decalidez se instaló en mi pecho.

Desvié la mirada hacia Tristán, con miedo de que volviera a rechazarme, para mi suerte, su tiernamirada me estudio de pie a cabeza.

Hola, descuida, llegamos hace poco.

dijo Sarah borrando la bonita sonrisa que tenia antes de que llegara y le susurro algo a Tristán queestaba

en sus brazos.

Hola.

-agito su pequeña mano en modo de saludo y mi corazón se derritió, esfumando los pensamientosnegativos enseguida.

Pequeño Tristán, te traje un regalo.

-le entregué la caja envuelta en papel de regalo y sus ojos se iluminaron.

Estiró sus brazos para tomarlo, pero se detuvo antes de mirar a Sarah, como si estuvieraesperando su

aprobación.

-Adelante, es tuyo.

-dijo con una sonrisa que la hacía lucir más hermosa de lo que por sí ya es.

Los ojos miel del pequeño me miraron con timidez y no pude evitar sonreírle.

No había duda que era mi hijo, era tan parecido a mi, incluso podría comparar con una fotografía cuando era

niño y cualquiera podía decir que era lamisma persona.

Tristán tomó la caja y con ayuda de Sarah lo abrió, su ceño se frunció con confusión al ver el contenido

ySarah me miró como si estuviera loco.

¿Una tableta? ¿Para un niño de tres años? - aunque parecía un regaño, se notaba divertida al ver mi

regalo.

Me senti apenado porque fue lo primero que se me ocurrió.

Repito, no sé que le puede gustar a un niño de tres años.

-Sí, bueno, para que vea dibujos animados, le instalaron más de cien juegos de niños.

¿Está mal? - pregunté con temor de haber escogido un mal regalo.

Sarah aclaró su garganta y escondió su expresión divertida.

No, está bien para ser la primera vez.

Lo has intentado y es lo que cuenta.

Pero mamá, va a guardar este regalo y lo usaremos en casa, ¿verdad? -le habló a Tristán como si tuvieran su

propio lenguaje y los mire maravillados cuandoel pelinegro le entregó la caja sin rechistar.

Si, mamá.

Gracias, señor.-m¡ corazón se derritió por segunda vez en menos de

cinco minutos y quise alzarlo entre mis brazos, regalarle un abrazo, sentirsu calor y su pequeño cuerpo, pero

eso podría asustarlo, así que me contuve.

Todo a su tiempo.

No es nada, hijo.

-aquella palabra salió tan natural que me senti inexplicablemente feliz, como un niño en un parque de

diversiones.

Sarah me miró con sorpresa, su cuerpo estaba inmóvil y temí que dejara caer al niño de susbrazos, no se me

ocurrió nada más para sacarla de aquel estado que decir: - Antes de tener nuestra conversación, les invito un

helado.

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