Capítulo 27

Irene no podía parar de llorar. La mano herida la sostenía frente a los ojos de Enzo, Ella se habla apresurado al hospital, la habían atendido rápido y volvió sin perder un segundo, con la esperanza de atrapar a Ainhoa. Pero nunca imaginó que se encontraría con esta escena. Enzo sabía que Ainhoa había perdido al bebé y aun así la trataba tan bien, ¿acaso su plan cuidadosamente ideado había fallado de nuevo? Irene lloraba mientras se acercaba a Enzo. Pero antes de que pudiera llegar hasta él, Enzo, agarrando a Ainhoa, se apartó hacia atrás. La miró fríamente, su voz no revelaba ninguna emoción al decirle: “Si ella ha estado conmigo todo el tiempo, ¿cómo podría haberte herido?”

Al escuchar eso, Irene se quedó en shock. Lo miraba incrédula, con los ojos llenos de lágrimas, dijo: “Justo cuando Ainhoa estaba en el baño, ella me lastimó. Enzo, te lo juro que es verdad, si no me crees, revisa las cámaras.”

Enzo le dijo a un camarero que estaba cerca: “Trae las grabaciones.”

Diez minutos después, el gerente del bar vino personalmente a disculparse: “Presidente Castro, la cámara de ese baño estaba rota, no grabó nada.”

Irene estaba a punto de explotar de la rabia. Señaló a Ainhoa con furia diciendo: “¡Tiene que haber sido Ainhoa a propósito! Ella lastimó mi mano y después destruyó la grabación, justo como hizo aquella vez en la empresa.“.

Ainhoa soltó una risa suave: “Señorita García, ¿piensas que usaría el mismo truco dos veces?

“Tú, Enzo, mi mano fue lastimada por ella, tienes que creerme.” Insistía Irene.

La mirada de Enzo se oscureció ligeramente y le dijo: “Yo solo creo en pruebas, y además, ella estuvo conmigo todo el tiempo, ¿cómo podría haberte lastimado? La próxima vez que quieras incriminar a alguien, busca una excusa mejor.”

Después de decir eso, se fue llevando a Ainhoa consigo.

Irene, frustrada, pisoteó el suelo. Ella había planeado darle una lección a Ainhoa. No. esperaba que no hubiera grabación y que además Enzo diera falso testimonio a favor de Ainhoa. ¿Qué diablos había hecho esa mujer para tener a Enzo tan encantado? ¡No la dejaría salirse con la suya!

Enzo intentaba regresar a su reservado con Ainhoa. Pero no habían dado muchos pasos cuando Ainhoa se soltó para decirle: “Presidente Castro, mi padre todavía está en el hospital esperándome para cuidarlo, yo me tengo que ir.”

Enzo la atrajo hacia si, frunciendo el ceño le dijo: “Después de ayudarte tanto, ¿asi te vas? Vamos a sentarnos un rato y luego te llevo al hospital.”

“¡No voy! Un pájaro como yo no debe mezclarse con humanos como ustedes.” Protestó ella.

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Capitulo 27

Dicho eso, se marchó sin mirar atrás. Enzo observó su figura obstinada alejándose y no pudo evitar sonreír con ironía. Esa mujer, ¿no se estaba pasando de orgullosa? Solo fue un comentario en broma y ella lo tomó tan en serio. Al parecer necesitaba una lección.

Ainhoa salió corriendo del bar, con el cuerpo helado. Caminaba sin rumbo, hasta que sin darse cuenta llegó al sanatorio. Bajo la luz de una farola, miraba el pequeño chalet francés dentro del patio. Todos los recuerdos de hace siete años la abrumaban. Fue allí donde vio al destrozado Enzo y donde lo acompañó a salir de su oscuridad paso a paso. Ingenuamente había creído que Enzo era un regalo del cielo para ella. Eran la redención el uno del otro. También eran la luz más brillante en la vida del otro. Por eso, cuando Enzo arriesgó su vida para salvarla hace tres años, ella prometió en silencio. Desde ese momento, amaría a ese hombre por el resto de su vida.

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