La Traición Silvia G. Rivero novela completa -
Capítulo 29
Capítulo 29
Enzo miró a Ainhoa con el ceño fruncido y su tono no era nada amigable cuando le dijo:
Te di una oportunidad y no la quisiste, ¿y ahora te arrepientes y vienes a molestar a mi abuela?”
Ainhoa no entendía qué estaba pasando. Se giró para mirar a la anciana que estaba a su lado, y preguntó incrédula: “¿El nieto del que habla es él?”
La anciana sonrió asintiendo: “Sí, ¿acaso se conocen? Eso es maravilloso, significa que ya hay una base de relación y no será incómodo para ustedes dos relacionarse.”
Ainhoa soltó una risita nerviosa: “Lo siento, señora, ya que su familia ha venido a buscarla, tengo asuntos que atender, me voy.”
Ainhoa apenas se había levantado cuando Enzo la agarró de la muñeca.
“¿Así que chocas a alguien y piensas irte así como así?” Le dijo.
Ainhoa respondió con una sonrisa fría: “Parece que el presidente Castro ha olvidado que tengo una cámara en mi auto. Si piensas que puedes armar un grupo para hacer fraude, ¡estás equívocado!”
Ella se dio la vuelta y se marchó sin mirar atrás. Pero apenas había dado unos pasos cuando escuchó la voz fría de Enzo: “Ainhoa, ¿por qué complicarlo tanto y jugar estos juegos de seducción conmigo? Solo acepta mi oferta y todo en la familia de la Vega mejorará.”
Ainhoa ni siquiera se volvió y respondió fríamente: “Me temo que vas a decepcionarte, presidente Castro, la familia de la Vega lo ha superado.”
Dicho eso, se fue rápidamente sin prestar atención a cómo la anciana la llamaba. Mirando la delgada silueta de Ainhoa y la determinación en sus ojos, Patricia miraba a Enzo con enfado.
“¿De qué sirves, inútil? Me costó la vida encontrarte una novia. Casi me muero, y tú, nada más llegar, ya has hecho que se vaya enfadada. ¿Crees que ella está interesada en tul miserable dinero? Te digo que no le importa en absoluto.” Aseguró la anciana.
Enzo frunció el ceño y la miró diciendo: “¿Quién te pidió que hicieras eso? ¿No sabes que es muy peligroso?”
“¿Qué otra cosa podía hacer? Si no actuaba, ella realmente se habría ido para siempre.” Dijo la abuela.
Patricia miró a su nieto con desdén. Desde que era pequeño, su nieto siempre había sido mejor que los demás en todo, excepto en el matrimonio, donde estaba muy por detrás. Enzo quería seguir regañándola, pero al ver a la anciana suspirando, se tragó sus palabras.
Simplemente dijo con Indiferencia: “No hay de qué preocuparse? Cuando haya tenido suficiente, volverá.
Patricia miró a su nieto arrogante y golpeó la mesa con ira diciéndole: “¿Cómo he podido criarte así? Una esposa necesita ser mimada, ¿quién te ha enseñado a tratarla con esa actitud tan fría? Con esa frialdad, cien mujeres se habrían ido ya. Eres un desastre, no te comparas con el nieto de Doña Juana; él ya ha tenido dos niños en tres años.”
Patricia resopló con desprecio y se fue sin mirar atrás.
El fin de semana, Martin fue dado de alta y estaba a salvo. Leonor e Iker llegaron temprano para celebrar. También compraron muchos de los platos favoritos de Ainhoa y cocinaron ellos mismos. Martin miró a Ainhoa, que estaba sentada en el sofá perdida en sus pensamientos, le acarició la cabeza con cariño y dijo: “Has trabajado duro últimamente, mi salud ya está mejor y tú has dejado tu trabajo. Es un buen momento para salir y disfrutar. Iker dijo que tenía que volver a Australia para trabajar en un caso, ¿no es así? Podrías ir con él para distraerte un poco. No he estado lo suficientemente atento contigo y has pasado por muchas dificultades. En lo adelante, prestaré más atención.”
El mensaje de su padre era más que claro. Quería que ella superara la sombra de su
relación anterior y comenzara una nueva vida.
Ainhoa sonrió diciendo: “Estoy bien, solo necesito descansar unos días en casa. Voy a estar bastante ocupada próximamente; no solo tengo que asistir a la boda de un compañero de clase, sino también al primer cumpleaños del hijo de un colega. No te preocupes, me cuidaré bien.”
Martín le dio unas palmaditas en el hombro como muestra de apoyo y dijo: “Ya están casados, ¿eh? Ya tienen hijos. Definitivamente deberías ir a disfrutar de la celebración.”
Mientras el padre y la hija disfrutaban de su charla, el mayordomo de repente entró corriendo para informarles de algo,
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