La Traición Silvia G. Rivero novela completa -
Capítulo 32
apítulo 32
No quería explicarle demasiado sobre el tema del niño. Cuanto más explicaba, mayor era la decepción que recibía. Ella lo miraba en silencio, su voz sin ondas ni perturbaciones.
“¿Entonces qué quieres?” Preguntó Ainhoa.
Enzo levantó suavemente su barbilla con la punta de los dedos, bajó la cabeza y frotó su nariz con la de ella,
un gesto ambiguo y provocativo.
“Tú eres la responsable de la pérdida del niño, me debes uno.” Contestó él.
Ainhoa lo empujó con fuerza, declarando de forma incontestable: “¡Imposible!”
“Entonces, las condiciones que propusiste antes, no acepto ni una.” Afirmó Enzo.
“¡Enzo, no te pases!” Protestó ella.
Los ojos de Ainhoa empezaron a arder. Lo miraba llena de ira.
En la guapa expresión de Enzo se dibujaba una ligera sonrisa, mordisqueo la suave carne de la clavícula de Ainhoa, hablando con pereza le dijo: “Dentro de tres meses, ese proyecto realmente empezará a funcionar bien, y tu padre estará fuera de peligro. Durante estos tres meses, no puedo garantizar su bienestar. A menos que me prometas que me darás un hijo. Podemos hacer un contrato, por tres meses, y sí quedas embarazada dentro de ese tiempo, después de dar a luz, me entregas el niño, y yo aseguro que tu familia no tendrá problemas. Ainhoa, este trato es muy ventajoso para ti, ¿verdad?”
Ainhoa finalmente entendió por qué le llaman a Enzo el diablo. Resultaba que sus métodos eran realmente crueles. No pudo evitar soltar una risa fria: “¿Y si en tres meses no quedo embarazada?”
Enzo respondió: “Entonces te dejaré libre, y cada uno seguirá su camino, aunque esa posibilidad es s casi nula.”
Solo habían tenido un descuido una vez y ella quedó embarazada. No podía creer que en tres meses no pudiera tener un hijo. No podía creer que, teniendo un hijo, ella aún pensara en irse.
Ainhoa sonrió melancólicamente y aceptó con decisión: “Bien, firmemos un acuerdo.”
Su cuerpo, decir que podría quedar embarazada en très meses, incluso en tres años parecería un milagro. Minutos más tarde, un contrato con el calor de la impresora fue colocado frente a Ainhoa. Aunque ya estabal preparada para todo, en el momento de tomar el boligrafo y firmar, Ainhoa todavia sentia como si estuviera firmando un contrato de servidumbre. Sus dedos temblaron ligeramente, finalmente plasmó su nombre en el papel. El juego entre adultos habia comenzado oficialmente.
Antes de que Ainhoa pudiera dejar el boligrafo, Enzo la abrazo por detrás. Sus labios húmedos y calientes bajaron por su cuello. La ropa de su cuerpo terminó esparcida en el suelo sin saber cuándo. Enzo, como si estuviera sosteniendo un tesoro invaluable, colocó a Ainhoa sobre el amplio escritorio de la oficina. La luz del techo la hacía daño en los ojos y los cubrió con el dorso de la mano para reducir el estimulo sensorial. Pero Enzo le apartó la mano y le susurró al oído: ‘Secretaria de la Vega, quiero que mires, este escritorio aparte de para trabajar, también es para hacértelo.”
El resultado fue que la oficina, decorada de forma opulenta y con un fuerte aroma a libros, se convirtió en el lugar de su alboroto toda la noche. Ainhoa realmente experimentó lo diferente que era Enzo. Era como un loco, siempre le gustaba hacer las cosas más vergonzosas en los lugares más excitantes. Ainhoa no sabia cuánto tiempo había sido revuelta al final no pudo más y se desmayó. Cuando despertó de nuevo, ya era la mañana siguiente. Fue entonces cuando encendió su móvil y vio que Leonor le habia hecho innumerables llamadas. Ainhoa se sintió algo avergonzada.
Finalmente llamó a Leonor. Apenas se conectó la llamada, una voz de hombre desconocida vino del otro lado. “Hola, soy de la Comisaria de Policia de Chamberí.”
Capitulo 33
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