Los siguientes días, Lily pasó mucho tiempo esquivando a Gilderoy Lockhart cada vez que lo veía acercarse por un corredor, pero más difícil era aún evitar a Colin Creevey, que parecía saberse de memoria el horario de Lily.

Para su alegría, el fin de semana llego pronto y se levanto el sábado por la mañana arreglándose con su uniforme de Quidditch para ir a entrenar con su equipo.

—Buenos días.—dijo Lily en voz baja, al salir de al sala común y encontrarse con su equipo.

—Buen día, Lily.—dijeron todos de la misma manera. Aún tenían algo de sueño.

—Bien, ya estamos todos. Andando. —ordenó Marcus.

En el trayecto se encontraron con Hermione, quien había prometido a Lily ver su practica. Ninguno de los Slytherin a excepción de Theo, Lily y muy posiblemente Blaise, estaban cómodos con la presencia de Hermione, pero era demasiado temprano para iniciar una discusión.

Cuando llegaron al campo de entrenamiento, el sol ya estaba muy brillante y Lily supo que habría problemas, pues ahí mismo en el aire se encontraba el equipo de Gryfreplaceor y, en las gradas, estaban Weasley y Longbottom.

—Será mejor que no te acerques tanto, esto seguro se pondrá feo.—advirtió Theo a Hermione y Lily asintió de acuerdo.

Oliver Wood, capitán del equipo de Gryfreplaceor, se dirigió velozmente al suelo. El resto de su equipo lo siguió.

—Flint.—grito Wood.— es nuestro turno de entrenamiento. Nos hemos levantado a propósito. ¡Así que ya pueden largarse!

—Hay bastante sitio para todos, Wood.—replicó Marcus con burla.

—¡Pero yo he reservado el campo!—dijo Wood con rabia.— ¡Lo he reservado!

—¡Ah!—dijo Marcus.— pero nosotros traemos una hoja firmada por el profesor Snape.

«Yo, el profesor S. Snape, concedo permiso al equipo de Slytherin para entrenar hoy en el campo de quidditch debido a su necesidad de dar entrenamiento a sus nuevos golpeadores y cazador.»

—¿Tienes golpeadores y cazador nuevos?—pregunto Wood, preocupado.—¿Quiénes son?

Theo, Blaise y Draco, quienes aunque eran de segundo eran bastante altos, sonrieron de lado, dando a entender la respuesta.

—¿No eres tú el hijo de Lucius Malfoy?—pregunto Fred, mirando a Draco con desagrado.

—Es curioso que menciones al padre de Malfoy.—dijo Flint y el equipo de Slytherin, exceptuando a Lily que miraba sus uñas, ampliaron su sonrisa.— Déjame que te enseñe el generoso regalo que ha hecho al equipo de Slytherin.

Los seis miembros masculinos del equipo presentaron sus escobas nuevas, resaltando la placa de oro que decía Nimbus 2.001.

—Ultimísimo modelo. Salió el mes pasado.—dijo Marcus con expresión desinteresada.— Nuestra buscadora prefiere seguir con su serie 2.000 pero, en cualquier caso, también tiene una. Aunque no creo que la necesite, tiene el talento y la habilidad suficiente. En cuanto a escobas hablamos, creo que mejor usen las viejas Barredoras —miró desdeñosamente a los gemelos que sujetaban sendas Barredora 5— para borrar la pizarra.

Durante un momento, a ningún Gryfreplaceor se le ocurrió que decir. Los Slytherin sonreían tanto que casi tenían los ojos cerrados.

—Miren, —dijo Marcus.— Invaden el campo.

Weasley y Longbottom cruzaban el césped para saber que pasaba. Hermione, por su parte, dio un paso al frente para colocarse junto a Lily.

—¿Qué ha ocurrido?—pregunto Weasley a sus hermanos— ¿Por qué no juegan? ¿Y qué están haciendo estos aquí?—miraba principalmente a Malfoy con desdén.

—Soy el nuevo cazador de Slytherin, Weasley.—dijo Draco con petulancia.— Estamos admirando las escobas que mi padre ha comprado para todo el equipo.

Weasley y Longbottom miraban boquiabiertos las seis soberbias escobas.

—Son muy buenas, ¿eh?—dijo Draco con sorna.— Pero quizás el equipo de Gryfreplaceor pueda conseguir oro y comprar también escobas nuevas. Podrían subastar las Barredora 5. Cualquier museo pujaría por ellas.

Los Slytherin estallaron de risa.

—Pero en el equipo de Gryfreplaceor al menos nadie ha tenido que comprar su acceso.—replicó Weasley con burla y miro a Lily con desdén.— como al parecer se acostumbra desde el año pasado.

—Lily jamás ha tenido que comprar su acceso, —intervino Hermione con firmeza.— entro por su talento y valía, cualidades que no posees y por eso la detestas.

—Nadie ha pedido tu opinión, tu idio...

—Mejor no completes esa frase, Weasley.—dijo Lily con una frialdad que hasta los Slytherin se estremecieron.

—¿Porqué no le dices la verdad?—cuestionó Weasley a Lily con desdén.— ¡Dile a Hermione la verdad! ¡Solo quieres a una Gryfreplaceor besando el suelo donde caminas para inflar tu ego! —dicho esto miro a Hermione y la señalo.— ¡¿Cómo puedes ser amiga de ella?! ¡Entiende que para ella nunca serás más que lo que eres, una maldita e inmunda sangre sucia!

Nadie estaba listo para lo que sucedió después.

Furiosa, Lily soltó su escoba y rápidamente se lanzó sobre Weasley, dándole un puñetazo en el rostro que lo mando al suelo. Se trepo encima de el y comenzó a repartirle golpes.

—¡LILY!—escuchó gritar a Hermione.

—¡Suéltalo, Potter!—dijeron los gemelos pero al intentar separarla, esta los empujo y continuo atacando a Weasley, quien ya tenía el rostro lleno de sangre.

—¡Con la piedra, reina!—grito Blaise.

—¡Te he tenido demasiada paciencia, Weasley!—grito Lily, furiosa.—¡Vuelve a meterte con Hermione y juro que...!

—¡LILY JAMIE POTTER!

El grito de la profesora McGonagall alertó a todos. Lily dejó de golpear a Weasley y con un rostro carente de emociones pero con ojos brillantes de ira, haciendo que la profesora se estremeciera.

—¡Potter! ¡Weasley! ¡A la dirección conmigo! ¡Ahora!—ordenó.

—Tienes suerte, Weasley.—masculló Lily, levantándose.

—Yo también debo ir, profesora.—hablo Hermione con los ojos aguados.

—De acuerdo.—musito esta.

Diez minutos más tarde, los tres niños estaban sentados en el despacho del profesor Dumbledore, frente a este, la profesora McGonagall y el profesor Snape. La chimenea se prendió y los señores Weasley aparecieron.

—¡Ron! ¡¿Qué te ha pasado, mi niño?!—exclamó la matriarca Weasley, preocupada.

—Señores Weasley, los llamamos porque es probable que si pase unos días en la enfermería su hijo, pero les pedimos que mientras investigamos el asunto, no interrumpan.—pidió la profesora McGonagall con seriedad. Estos asintieron.

—¿Qué ha pasado?—cuestionó Dumbledore viendo con particular seriedad a Lily.

—La señorita Potter tenía tumbado al joven Weasley en el suelo y le estaba golpeando repetidas veces la cara, profesor.—informó McGonagall con notable decepción.

—¡¿Cómo te atreves...?!—exclamó la matriarca Weasley viendo a Lily con desprecio.— ¡Por eso has quedado en Slytherin! ¡No eres una buena chica!

—Dudo mucho que Lily haya atacado por que sí.—intervino Snape colocándose detrás de su alumna en un gesto protector y mirando con frialdad al resto.— Debe haber una buena razón.

—¡Severus!—replicó McGonagall indignada— ¡Nada justifica que...!

—¡El me llamo sangre sucia!—intervino Hermione y los adultos jadearon. Soltó unas lagrimas y continuó.— Ron siempre...siempre esta molestando a Lily pero ella lo ignora...solo interviene cuando se mete conmigo pero...ahora dijo que yo...que solo era...¡una maldita e inmunda sangre sucia!

Hermione sollozaba en silencio mientras la tensión se sentía en el aire. Los Weasley miraban pálidos a su hijo, quien estaba cabizbajo. McGonagall lucía molesta y Snape colocó una mano sobre el hombro de Lily para darle apoyo. El profesor Dumbledore, miro a Lily.

—¿Qué puedes decir al respecto, Lily?—pregunto, esta vez no tan serio y con más suavidad.

Lily, quien lucía aún furiosa, apretó sus puños y suspiro.

—¿Qué se supone que puedo decir? Igual van a castigarme porque lo golpee.—dijo Lily con desdén.— Porque en esta maldita escuela el prejuicio esta bastante normalizado.

—Señorita Potter, si el señor Weasley la estaba molestando, usted debió reportarlo y...

—¿Para qué?—se río con desprecio.— Si igual no iba a pasar nada. Se supone que usted es la jefa de Gryfreplaceor, entonces dígame, ¿Cómo no sabe que los mismos miembros de la casa, acosan a Hermione? ¿O que Weasley siempre la insulta y a veces rompe sus tareas? ¿O qué a mi también me acosaba? Ah, en realidad esto ultimo si lo sabe, ¿cierto? Porque usted lo ha visto molestarme incluso en sus clases y no hace absolutamente nada más que llamarle la atención una vez.

»Su trabajo es dar clases y procurar a los alumnos, pero parece que este último punto no le interesa demasiado. No lo reporté porque no vale la pena reportar cuando sabes que no ocurrirá nada.

»Weasley a mi puede decirme lo que quiera, pero si se mete con uno de mis amigos entonces hay problema.—miro a sus padres— ¿No se supone que se enorgullecen de decir que son magos de la luz, traidores a la sangre, amigos de los muggles? ¡Se nota que su hijo también, eh!

»Puedo ser una Slytherin, puedo ser considerada malvada, grosera y hasta arrogante. Pueden castigarme todo el año o lo que quieran, pero no me arrepiento de haberlo golpeado y si vuelve a meterse con ella lo volveré a hacer.

Durante un momento, el lugar quedo en silencio. El profesor Dumbledore sonreía. Estaba feliz de que Lily fuera tan amigo de una nacida de muggles, pues eso significaba que sus temores sobre que se desviara del buen camino al estar en Slytherin, estaban errados.

La profesora McGonagall, por otro lado, estaba molesta y se sentía humillada. Siempre había sido una profesora justa, pero ahora notaba que quizá no había prestado la suficiente atención a sus alumnos, pero aún así no le gustaba ser expuesta.

Snape, en cambio, quería reírse de los Weasley, pero se contuvo. Si castigaban a Lily, el mismo se encargaría de que se la pasará comiendo galletas y leyendo algún libro.

—¿Señor Weasley?—Dumbledore lo miró.—¿Dirá algo en su defensa?

—...Ella es una Slytherin.—masculló Weasley.

—Mejor a ser un prejuicioso con aires de grandeza solo por estar en la casa de los leones.—masculló Lily.

—Muy bien, es suficiente. —habló Dumbeldore.— El señor Weasley no recibirá ningún castigo.

—¡Pero..!—replicó Severus y Dumbledore continuó.

—Considero que ha sido suficiente castigo los pequeños puños de la señorita Potter.—sonrió y miro a los padres del nombrado.— La señorita Potter tampoco recibirá un castigo.

—¡Albus...!—reclamó McGonagall.— ¡Golpeo a un alumno!

—Por defender a su amiga de un ataque purista que jamás debió suceder.—replicó Dumbledore. —Estoy seguro que ambos reflexionaran lo sucedido, porque no esta bien decir esas cosas —miró a Weasley y luego a Lily.— ni tampoco resolverlas de esa forma. ¿Han comprendido?

—Bien.—intervino McGonagall.— Como no tendrán un castigo, Potter, dame tu Walkman.

Hermione empalideció, Snape frunció el ceño y Lily la miro con furia.

—¿Por qué?—cuestionó Lily con frialdad.

—Porque considero que mereces al menos un poco de escarmiento por golpear de esa manera a tu compañero.—dijo McGonagall con firmeza.

Lily enterró sus largas uñas en las palmas de sus manos. Para nadie en Hogwarts era un secreto que ella amaba escuchar música, lo hacía prácticamente todo el día. Sin su música, ella estaría de un muy pésimo humor.

—¿Tanto le desagrado?—cuestionó resentida.

—Señorita Potter, si no me agradará no le permitiría llamarme Minnie.

—No se preocupe, eso no volverá a pasar.—aseguró con frialdad.

Sin decir nada más, se descolgó su Walkman y lo puso contra la mesa, levantándose en el proceso.

—¿Ya me puedo ir?

—¡Señorita Potter...!

—Claro, Lily. Tomate el día.—dijo Dumbledore con una sonrisa.

Pero por supuesto que se iba a tomar el día, de todas formas era sábado. Salió azotando la puerta y bajo las escaleras con rapidez. Escucho como la puerta se abría y cerraba a los pocos segundos y Hermione se colocó a su par.

—Lily...

—McGonagall ha cruzado la raya. Quitarme mi música...—masculló Lily furiosa.

—Vamos con Hagrid, necesitas estar alejada de todos.—dijo Hermione enganchándose a su brazos.— Por cierto...gra...

—No quiero ir y no me des las gracias. Tu lo harías por mí.—aseguró Lily.

—Lily...que significa lo que me dijo...—pregunto en voz baja.— llore por el sentimiento de todo lo acontecido, pero realmente no se bien...

—Es un insulto bastante grave.—explico Lily.— Sangre sucia es un nombre realmente repugnante con el que llaman a los hijos de muggles. Hay algunos magos, como...bueno, como casi todos los Slytherin, lo admito, que creen que son mejores que nadie porque tienen lo que ellos llaman sangre limpia. Desde luego que eso no tiene importancia, pero así es la cosa.

»Ahora, quiero que vayas a tu sala común y te alejes lo más posible de los Weasley. Yo iré a mi sala, quiero estar sola.

Despidiéndose cortamente, Lily camino a grandes zancadas a su sala común, donde al entrar ignoró a todos y se encerró en su cuarto, esquivando la preocupación de sus compañeras y se dejó caer en la cama, llorando silenciosamente.

Paso el resto del día así, ignorando los llamados de sus compañeras o las notas de Theo, hasta que en la noche, cuando ya todos dormían, bajo a la sala común y se sentó frente a la chimenea con los ojos rojos.

—Supuse que bajarías en algún momento. —Draco se sentó a su lado y le extendió un plato con un bagel con queso crema y mermelada, una tarta de plátano y otra de fresa, y un vaso con leche.

—Gracias—murmuró con la voz ronca, tomando el bagel.

—Has estado llorando, ¿Qué ha pasado con Dumbledore?—pregunto con suavidad.

—No me castigo ni al estúpido de Weasley pero McGonagall me quito mi Walkman.—ante la mirada confundida de Draco, explico.— la cosa con la que escucho música.

—Entiendo.—asintió Draco.

—Se que es tonto pero...no tengo recuerdos de mi padre o mi madre, solo recuerdo la voz de mi padre cantando una canción de The Beatles y a partir de ahí me adentro mucho en la música. Sentí que...que estaba cerca de ellos. La música me calma, me hace sentir bien...y me la han quitado.—murmuró con los ojos rojos.

—Tranquila.—dijo Draco acariciando su cabello.— Cena y mañana ya verás que todo mejorará. Lo prometo.

En respuesta, Lily sonrió ligeramente y cenó, en completo silencio, junto a Draco. No eran precisamente amigos, pero el chico siempre estaba ahí ayudándola, lo que la hacía sentir agradecida. Draco, por otra parte, pensaba en una joder a Weasley y McGonagall.

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