El verano estaba a punto de llegar a los campos que rodeaban el castillo. Los dos Slytherin intentaron visitar a Hermione, pero incluso las visitas estaban prohibidas. Ahora que Dumbledore no estaba, el miedo se había extendido más aún.

La indicación de Hagrid sobre las arañas era fácil, el problema radicaba en que parecía no haber quedado en el castillo ni una sola araña a la que seguir. Las buscaban en cada oportunidad, pero era difícil porque no los dejaban ir solos a ningún lado, sino que debían desplazarse siempre en grupo.

A pesar de todo el ambiente de terror, el grupo de Draco, Blaise y los demás, parecían muy a gustos. Lily no lo comprendió hasta que en una clase dieron a entender que el deseo de estos era que Snape fuera el nuevo director y no McGonagall, quien estaba de forma provisional.

Durante la clase de Herbología, Lily recibió la disculpa de algunos compañeros que desconfiaban de ella sobre los ataques. Desde lo sucedido con Hermione, todos estaban seguros de que ella era inocente. En ese momento, Lily codeó a Theo, señalando unas arañas en la ventana.

—Parece que van al bosque prohibido.

—Que linda suerte tenemos.—masculló Theo.

Al acabar la clase, Snape acompañó a los alumnos al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Theo y Lily caminaban más atrás, para que no los oyeran. Acordaron ir esta noche a casa de Hagrid para llevar a Fang a esa excursión.

Nuevamente esperaron esa noche a que sus compañeros durmieran y volvieron a escaparse. Esta vez el recorrido por el castillo fue aún más difícil porque tenían que esquivar a los profesores.

Llegaron a la cabaña de Hagrid en silencio, cuando abrieron la puerta, Fang enloqueció de alegría al verlos. Habían estado alimentándolo todas las mañanas con ayuda de la capa, la cual Lily dejó sobre la mesa de Hagrid, pues no les serviría en el bosque.

—Venga, Fang. Demos una vuelta.—dijo Lily.

Fang salió de la cabaña, detrás de ellos, muy contento. Theo y Lily conjuraron unLumosy en el extremo de sus varitas aparecieron una lucecita diminuta, suficiente para permitirles buscar indicios de las arañas.

Theo señaló la hierba. Dos arañas solitarias huían de la luz. Penetraron en el bosque con Fang correteando a su lado. Siguieron la hilera ininterrumpida de arañas que circulaban por el camino. Anduvieron unos veinte minutos, sin hablar, con el oído atento a otros ruidos que no fueran las ramas al romperse o el susurro de las hojas.

Más adelante, cuando el bosque se volvió tan espeso que ya no se veía más luz que las de sus varitas, vieron que las arañas se salían del camino. Nunca habían entrado al bosque prohibido, pero Lily recordaba como Hagrid una vez le comento que jamás debía salirse del camino marcado...y eso era justo lo que estaban haciendo las arañas.

—¿Seguimos?—pregunto Lily.

—Ya estamos aquí.—dijo Theo.

Siguieron a las arañas. No podían avanzar rápido por las grandes raíces de arboles en su ruta. Tuvieron que detenerse más de una vez para que, en cuclillas, a la luz de la varita, pudieran volver a encontrar el rastro de arañas.

Caminaron otra media hora, por lo menos. Al cabo de un rato notaron que el terreno descendía, aunque el bosque seguía igual de espeso. De repente, Fang dejó escapar un ladrido potente, resonante, dándoles un susto tremendo.

—¿Qué pasa?—pregunto Theo acercando a Lily hacia el.

—Algo se mueve por ahí...Parece de gran tamaño.

A cierta distancia, a su derecha, aquella cosa de gran tamaño se abría camino entre los árboles quebrando las ramas a su paso. Oyeron un ruido sordo y luego, silencio.

Esperaron, temblando, sin apenas moverse. Entonces vieron a su derecha un resplandor que brilló tanto en la oscuridad que los dos tuvieron que protegerse los ojos con las manos. Fang soltó un aullido y echo a correr, pero se enredó en unos espinos y volvió a aullar aún más fuerte.

—¡Lily!—grito Theo, aliviado.— ¡Es el coche de Weasley!

—¿Qué?

—¡Vamos!

Lily siguió a Theo en dirección a la luz, dando tumbos y traspiés, y al cabo de un instante salieron a un claro. El coche del señor Weasley, el cual su hijo menor había usado para llegar a Hogwarts este año, estaba abandonado en medio de un circulo de gruesos arboles y bajo un espeso tejido de ramas, con los faros encendidos.

—Parece que el bosque lo volvió salvaje...si es que eso es posible.—comentó Theo.

Daba la impresión de que el coche había conseguido llegar hasta allí el solo. A Fang no parecía hacerle gracia y se mantenía pegado a Lily, temblando. Ella, regulando su respiración, guardo la varita.

—Hemos perdido el rastro.—dijo Lily mirando el suelo iluminado por los faros.—Tendremos que buscarlo de nuevo.

—No creo que haga falta.—dijo Theo, quien tenía los ojos clavados en un punto que se hallaba a unos tres metros del suelo, justo detrás de Lily.

Ella ni siquiera tuvo tiempo de volverse. Se oyó un fuerte chasquido y de repente sintió que algo largo y peludo la agarraba por la cintura y la levantaba en el aire, de cara al suelo. Mientras forcejeaba, aterrorizada, oyó más chasquidos y vio que las piernas de Theo se despegaban del suelo, y oyó a Fang aullar y gimotear...y sintió que la arrastraban por entre los arboles.

Levantando la cabeza como pudo, vio que la bestia que la sujetaba caminaba sobre seis patas inmensamente largas y peludas, y que encima de las dos delanteras que la aferraban, tenía unas pinzas también negras. Tras ella podía oír otro animal similar, que sin duda era el que había tomado a Theo.

Se encaminaban hacia el corazón del bosque. Lily pudo ver que Fang forcejeaba intentando liberarse de un tercer monstruo, aullando con fuerza, pero Lily no habría podido gritar aunque hubiera querido. Nunca supo cuanto tiempo paso en las garras del animal, solo que de repente hubo la suficiente claridad para ver que el suelo estaba infestado de arañas. No diminutas, sino del tamaño de caballos.

El ejemplar que llevaba a Lily se abría camino, bajando por la brusca pendiente, hacia una telaraña nebulosa en forma de cúpula, mientras sus compañeras se acercaban por todas partes chasqueando sus pinzas, emocionadas a la vista de su presa.

La araña soltó a Lily y esta cayó al suelo. A su lado cayeron Theo y Fang. El perro ya no aullaba, se quedo encogido donde cayo. Theo se abrazo a Lily, en un vago intento de protegerla.

—¡Aragog!—llamaba la araña que la soltó.

Del medio de una gran telaraña, salió una araña del tamaño de un elefante pequeño. Su pelaje estaba manchado de gris y los ocho ojos eran blanco. Era ciega.

—¿Qué hay?—dijo chasqueando sus pinzas.

—Hombres.—dijo la araña que había llevado a Lily.

—¿Es Hagrid?—Aragog se acerco.

—Desconocidos.—respondió la araña que había llevado a Theo.

—Mátenlos.—ordenó con fastidio.— Estaba durmiendo...

—Somos amigos de Hagrid.—grito Lily. Aragog se detuvo.

—Hagrid nunca ha enviado hombres a nuestra hondada.—dijo despacio.

—Esta metido en un grave problema, por eso hemos venido nosotros.

—¿En un grave problema?—dijo la vieja araña, en un tono que parecía preocupación.— Pero, ¿porqué los ha enviado?

—En el colegio piensan que Hagrid se ha metido en algo con los estudiantes. Se lo han llevado a Azkaban.

Aragog chascó sus pinzas enojado, y el resto de las arañas de la hondonada hizo lo mismo.

—Pero aquello fue hace años.—dijo Aragog con fastidio.— Hace un montón de años. Lo recuerdo bien. Por eso lo echaron del colegio. Creyeron que yo era el monstruo que vivía en lo que ellos llaman la Cámara de los Secretos. Creyeron que Hagrid había abierto la cámara y me había liberado.

—Entonces no fuiste tu.—dijo Lily.

—¡Yo!—dijo Aragog, chascando con enfado.— Yo no nací en el castillo. Vine de una tierra lejana. Un viajero me regaló a Hagrid cuando yo estaba en el huevo. Hagrid solo era un niño, pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimentó con sobras de la mesa. Hagrid es un gran amigo mío, y un gran hombre. Cuando me descubrieron y me culparon de la muerte de una muchacha, el me protegió. Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aun viene a verme. Hasta me encontró una esposa, Mosag, y ya ven como ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid.

—¿Nunca atacaste a nadie?

—Nunca. Mi instinto me habría empujado a ello, pero, por consideración a Hagrid, nunca hice daño a un ser humano. El cuerpo de la muchacha asesinada fue descubierto en los aseos. Yo nunca vi nada del castillo salvo el armario en que crecí. A nuestra especie le gusta la oscuridad y el silencio.

—¿Sabes que es lo que mato a la chica?

Los chasquidos y el ruido de muchas patas resonó mostrando su enojo.

—Lo que habita en el castillo es una antigua criatura a la que las arañas tememos más que a ninguna otra cosa. Recuerdo bien que le rogué a Hagrid que me dejará marchar cuando me di cuenta que la bestia rondaba por el castillo.

—¿Pero que es?

—¡No hablamos de eso! ¡No lo nombramos! Ni siquiera a Hagrid le dije nunca el nombre de esa horrible criatura, aunque me pregunto varias veces.

Lily no insistió, principalmente porque las arañas se acercaban cada vez más por todos lados. Aragog parecía cansada de hablar. Iba retrocediendo despacio hacia su tela.

—En ese caso, ya nos vamos.

—¿Irse? Creo que no...

—Pero...

—Mis hijos e hijas no hacen daño a Hagrid, esa es mi orden. Pero no puedo negarles un poco de carne fresca cuando se nos pone delante voluntariamente. Adiós, amiga de Hagrid.

Lily miro a todos lados, a muy poca distancia, mucho más alto que ella, había un frente de arañas como un muro macizo. Tomó su varita, eran demasiadas arañas, pero estaba decidida a hacerles frente, moriría luchando.

En aquel instante se oyó un ruido fuerte y un destello de luz iluminó la hondonada. El coche del señor Weasley rugía bajando la hondonada, con los faros encendidos, tocando la bocina, apartando a las arañas al chocar con ellas. El coche se detuvo con un chirrido delante de Theo y Lily y abrió sus puertas.

—¡Toma a Fang!—grito Lily, metiéndose como piloto.

Theo tomó al perro por la barriga y lo metió en los asientos de atrás. Las puertas se cerraron de un portazo. Ni Lily puso el pie en el acelerador ni falta que hizo. El motor dio un rugido y el coche salió atropellando arañas. Subieron la cuesta a toda velocidad, salieron de la hondonada y enseguida se internaron en el bosque.

Después de diez minutos de ruido y tambaleo, el bosque se aclaró. El coche frenó tan bruscamente que casi salen por el parabrisas. Habían llegado al final del bosque.

Salieron del auto, Fang corriendo con la cola entre las piernas hasta la cabaña de Hagrid. Ambos chicos estaban muy rígidos. Lily dio al coche una palmada de agradecimiento y este volvió a internarse en el bosque.

Entraron a la cabaña a recoger la capa y acariciaron un poco al asustado Fang. Cuando volvieron a salir, Theo masculló:

—Estamos vivos de milagro. Quede en Slytherin porque no me gusta hacerme el valiente, maldición.

—Ni me lo digas.—apoyó Lily.—Al menos ahora sabemos que es inocente.

—Sí, pero eso no nos ayuda de mucho.—dijo Theo.

—También nombro a la chica que murió, lo hizo en los aseos. —lo miro con una sonrisa y Theo frunció el ceño.

—No te referirás a la loca, ¿o sí?

—Mañana debemos investigar quienes estudiaron en el mismo año que Hagrid, después iremos a visitar a Myrtle, la llorona.

Tip: You can use left, right keyboard keys to browse between chapters.Tap the middle of the screen to reveal Reading Options.

If you replace any errors (non-standard content, ads redirect, broken links, etc..), Please let us know so we can fix it as soon as possible.

Report