—¿Qué quieren?—pregunto Myrtle en cuanto los tres entraron al baño. Lockhart temblaba.

—Preguntarte como moriste.—dijo Lily.

—¡Ooooooh, fue horrible!—dijo encantada.— sucedió aquí mismo. Morí en este mismo retrete. Lo recuerdo perfectamente. Me había escondido porque Olive Hornby se reía de mis gafas. La puerta estaba cerrada y yo lloraba, y entonces oí que entraba alguien. Decían algo raro. Pienso que debían estar hablando en una lengua extraña. De cualquier manera, lo que de verdad me llamó la atención es que era un chico el que hablaba. Así que abrí la puerta para decirle que se fuera y utilizara sus aseos, pero entonces...—Myrtle estaba henchida de orgullo con el rostro iluminado.— me morí.

—¿Cómo?—pregunto Lily.

—Ni idea. Solo recuerdo haber visto unos grandes ojos amarillos. Todo mi cuerpo quedo como paralizado y luego me fui flotando...y luego regrese. Estaba decidida a hacerle un embrujo a Oliver Hornby. Ah, pero ella estaba arrepentida de haberse reído de mis gafas.

—¿Exactamente donde viste los ojos?—pregunto Lily.

—Por ahí.—contestó Myrtle, señalando vagamente hacia el lavabo que había enfrente de su retrete.

Lily y Theo se acercaron rápidamente. Lockhart se quedó atrás, aterrorizado. Examinaron el lavabo, entonces Lily lo vio: había una diminuta serpiente grabada en un lado de uno de los grifos de cobre.

—Ese grifo no ha funcionado nunca.—dijo Myrtle con alegría cuando intentaron accionarlo.

—Lily, di algo en pársel.—dijo Theo.

Lily se concentro, intento imaginarse que realmente estaba hablando con una serpiente y no dirigiéndose a un grifo.

—Ábrete.

No pronunció palabras, sino que de su boca salió un extraño silbido y de repente el grifo brilló con una luz blanca y comenzó a girar. Al cabo de un segundo, el lavabo empezó a moverse. De hecho, se hundió, desapareció, dejando a la vista una tubería grande, lo suficiente para que un hombre entrara.

—Hay que bajar.—dijo Lily y se giro, apuntando a Lockhart junto a Theo.— Pero usted bajará delante.

—Muchachos.— dijo pálido, con voz débil.— muchachos, ¿de qué va a servir?—Lily le pegó la varita en la espalda y Lockhart metió las piernas en la tubería.— No creo realmente...

Theo le dio un empujón y se hundió tubería abajo. Lily se apresuro a seguirlo. Era como tirarse por un tobogán interminable, viscoso y oscuro. Podía ver otras tuberías, pero ninguna tan larga como esa, de hecho, era probable que ya estuvieran debajo de las mazmorras del castillo.

La tubería tomó una dirección horizontal y ella cayó del extremo del tubo al húmero suelo de un oscuro túnel de piedra, lo bastante alto para poder estar de pie. Lockhart se estaba incorporando un poco más allá, cubierto de barro y blanco como fantasma. Lily se hizo a un lado y Theo salió del tubo como una bala.

—Lumos—ordenó Lily a su varita.—Vamos.

Los tres empezaron a andar. El túnel estaba tan oscuro que solo podían ver a corta distancia.

—Recuerden.—dijo Lily en voz baja.— Al menor signo de movimiento, hay que cerrar los ojos inmediatamente.

Pero el lugar estaba tan tranquilo como una tumba y el primer sonido inesperado que oyeron fue cuando Theo pisó el cráneo de una rata. El suelo estaba repleto de huesos de pequeños animales.

Más adelante se encontraron con la piel de una serpiente gigantesca, color verde intenso, que yacía atravesada en el suelo del túnel, retorcida y vacía. De pronto, Lockhart cayó de rodillas al suelo.

—Levántese.—ordenó Theo con brusquedad.

Lockhart se puso de pie, pero se abalanzó sobre Theo y lo derribó al suelo de un golpe. Lily saltó hacia adelante pero ya era tarde. Lockhart se incorporaba con la varita de Theo en mano y con una gran sonrisa.

—¡Aquí termina la aventura, muchachos! Tomare un trozo de esta piel, volveré al colegio, diré que era demasiado tarde para salvar a la niña y que ustedes dos perdieron el conocimiento al ver su cuerpo destrozado. ¡Despídanse de sus memorias! ¡Obliviate!

—¡Expelliarmus!—lanzó Lily al mismo tiempo.

La varita de Theo dio un giro por el encantamiento, lanzando el hechizo desmemorizante sobre Lockhart, quien salió disparado contra una pared. El techo comenzó a desmoronarse y Lily corrió hacia la piel de serpiente. Cuando todo se calmo, vio que quedo aislada y tenía ante si una solida pared formada por piedras desprendidas.

—¡Theo! ¡Theo!

—¡Estoy aquí!—dijo desde el otro lado.— Estoy bien pero el idiota no. La varita se volvió contra el. ¿Y ahora qué? No podemos pasar. Nos llevaría una eternidad.

—Aguarda aquí.—dijo Lily.— Iré yo. Si dentro de una hora no he vuelto...

—Intentare quitar algunas piedras.—dijo Theo, cansado.— y tranquila, hierba mala nunca muere.

Lily soltó una risita y partió ella sola. El túnel serpenteaba continuamente y la tensión aumentaba. Al doblar sigilosamente otra curva, vio delante de ella una gruesa pared en al que estaban talladas las figuras de dos serpientes enlazadas, con grandes y brillantes ojos esmeraldas.

Volvió a decir «Ábrete» en pársel. Las serpientes se separaron al abrirse el muro. Las dos mitades de este se deslizaron a los lados hasta quedar ocultas. Lily, temblando ligeramente, entro. Estaba en el extremo de una sala muy grande, apenas iluminada. Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener el techo.

Sacó su varita y avanzó por entre las columnas. Sus pasos resonaban en aquel silencio. Iba con los ojos entornados, dispuesta a cerrarlos completamente al menor indicio de movimiento. Al llegar al último par de columnas, vio una estatua, tan alta como la misma cámara, que surgía imponente, adosada al muro del fondo.

Era una estatua de Salazar Slytherin y, a sus pies, boca abajo, estaba una pequeña figura con túnica negra y cabello rojo.

Corrió hacia ella y se hincó a su lado. La tomó por los hombros, tenía el rostro blanco y frío, pero no estaba petrificada. La movió ligeramente.

—No despertará.—dijo una voz suave.

Lily se enderezó de un salto. Un muchacho alto, de pelo negro, estaba apoyado contra la columna más cercana, mirándole. Tenía los contornos borros, como si lo viera a través de un cristal empañado.

—Supongo que eres Tom Ryddle.—dijo Lily con seriedad.— El heredero de Slytherin, ¿eh? ¿La chica esta muerta?

—Eres lista.—admitió Ryddle.— Esta viva, pero por muy poco tiempo.

—¿Eres un fantasma?—pregunto curiosa.

—Un recuerdo.—respondió tranquilamente.—guardado en un diario durante cincuenta años.

Señaló hacia los gigantescos dedos de los pies de la estatua. Allí estaba abierto un pequeño diario negro. Lily intento tomar su varita, para notar que este la había tomado del suelo cuando ella revisaba a la chica Weasley.

—Y supongo que así controlaste a la niña.—dijo Lily.

—Eres bastante lista, astuta...y Slytherin.—sonrió— Quería verte y hablarte.

—¿Cómo llego la niña a este estado?—pregunto Lily.

—Bueno, es una larga historia. Supongo que el verdadero motivo por el que Ginny esta así es que le abrió el corazón y le reveló todos sus secretos a un extraño invisible.

—El diario.

—Correcto. La pequeña Ginny ha estado escribiendo en él durante muchos meses, contándome todas sus penas y congojas: que sus hermanos se burlaban de ella, que tenía que venir al colegio con túnicas y libros de segunda mano, que...—le brillaron los ojos.—...pensaba que la famosa pero fría, la gran Lily Potter no llegaría ni a hablarle nunca...Es una lata tener que oír las tonterías de una niña de once años, pero me armé de paciencia. Le conteste por escrito. Fui comprensivo, bondadoso. Ginny, simplemente, me adoraba: Nadie me ha comprendido nunca como tú, Tom...Estoy tan contenta de poder confiar en este diario...Es como tener un amigo que se puede llevar en el bolsillo...

»Si es necesario que yo lo diga, Lily, la verdad es que siempre he fascinado a la gente que me ha convenido. Así que Ginny me abrió su alma y era precisamente eso lo que yo quería. Me hice cada vez más fuerte alimentándome de sus temores y de sus profundos secretos. Me hice más poderoso, mucho más que la pequeña señorita Weasley. Lo bastante poderoso para empezar a alimentar a la señorita Weasley con algunos de mis propios secretos, para empezar a darle un poco de mi alma...

—Ella abrió la Cámara de los Secretos.—entendió Lily.— Y supongo que también ha hecho todo lo demás.

—Sí, muy bien, Lily.—sonrió Ryddle.— Por supuesto que ella al principio no sabía lo que hacía. Fue muy divertido. Sus anotaciones en el diario se volvieron mucho más interesantes....Querido Tom— recitó—,creo que estoy perdiendo la memoria. He encontrado plumas de gallo en mi túnica y no se porqué están ahí. Querido Tom, no recuerdo lo que hice la noche de Halloween, pero han atacado a un gato y yo tengo manchas de pintura en la túnica. Querido Tom, Percy me sigue diciendo que estoy pálida y que no parezco yo. Creo que sospecha de mí...Hoy ha habido otro ataque y no sé donde me encontraba en aquel momento. ¿Qué voy a hacer, Tom? Creo que me estoy volviendo loca. ¡Me parece que soy yo la que ataca a todo el mundo, Tom!

»Le llevó mucho tiempo a esa tonta de Ginny dejar de confiar en su diario, pero al final sospechó e intentó deshacerse de él, pero pronto regreso a recogerlo porque temió que alguien leyera sus secretos.

—¿Y porqué querías conocerme?—cuestionó Lily

—Bueno, Ginny me lo contó todo sobre ti, Lily. Toda tu fascinante historia.— sus ojos vagaron por su cicatriz, cubierta ligeramente por su cabello.— Quería averiguar más sobre ti, hablar contigo, conocerte si era posible.

—¿Y tu plan, supongo, siempre fue, desde que tenías la edad que aparentas, hacer una purga en el colegio?—cuestionó.— supongo que te fue fácil que te creyeran que fue Hagrid, aunque cualquiera con dos dedos de frente debería saber que eso era imposible.

—Correcto nuevamente, Lily.—sonrió.— Solo el profesor de Transformaciones, Dumbledore, creyó en su inocencia. Convenció a Dippet, el antiguo director, de que le enseñara a Hagrid el oficio de guarda. A el nunca le guste tanto como a los otros profesores y me vigiló mucho más después de la expulsión de Hagrid. No era prudente volver a abrir la cámara, pero no iba a desperdiciar los años que pase buscándola, por lo que deje un diario, conservándome en sus paginas, para que algún día, con un poco de suerte, sirviese de guía para que otro siguiera mis pasos y completara la noble tarea de Salazar Slytherin.

—Dudo mucho que ese fuera tu verdadero objetivo al crear ese diario.—dijo Lily con astucia y la sonrisa de Ryddle se amplió.— Si así fuera estarías frustrado porque solo ha habido petrificaciones. ¿Cuál era tu verdadero objetivo?

—Correcto de nuevo, Lily. Tu eras mi objetivo. Quería verte. Hice que Ginny escribiera en la pared su propia despedida y bajara aquí. Lucho, gritó y se puso muy pesada. Pero ya casi no le quedaba nada de vida, había puesto demasiado en mi diario, en mí. Por lo que me contaba sobre ti, no esperaba que vinieras a rescatarla. Según tengo entendido eres una perfecta Slytherin, pero ya que estas aquí, quiero hacerte unas preguntas.

—Me supongo que serán el como una bebe derroto a Voldemort, ¿a que sí?—sonrió Lily y Ryddle asintió.— El anagrama fue muy interesante, pero me quise convencer que era paranoia mía.

—Demasiado lista.—dijo Ryddle.

—Hola de nuevo, Voldemort.—dijo Lily—supongo que utilizar tu verdadero nombre, uno que supongo es muggle, te repugnaba y por eso te inventaste ese nombre. Tu ego es bastante grande.

—El hechicero más grande grande del mundo necesitaba un nombre digno.—sonrió.

—Ajá, pero aunque te pese, sigues sin ser el más grande.—Lily sonrió divertida al ver su irritación.—Dumbledore lo es.

—¡A Dumbledore lo han echado del colegio por mi simple recuerdo!—grito furioso.

—Sí, pero el sigue vivo y tu no eres más que un librito de cuero.—se burló ella.

En ese momento comenzó a llegar música de algún lugar. Era inquietante, estremecedora, sobrenatural. La música alcanzo tal fuerza que Lily la sintió vibrar en su interior, surgieron llamas de la columna más cercana a ella. Apareció de repente un pájaro carmesí que entonaba hacia el techo su rara música. Este se encaminó a Lily y se le posó en el hombro. El pájaro dejó de cantar.

—Un fénix.—dijo Ryddle.

—¿Fawkes?—musito Lily, recordando el fénix de Dumbledore.

—Y eso, —dijo Ryddle mirando lo que Fawkes dejó caer.— no es más que el viejo Sombrero Seleccionador del colegio.

Ryddle río.

—¡Eso es lo que Dumbledore envía a su defensor: un pájaro cantor y un sombrero viejo! ¿Te sientes más segura, Lily Potter? ¿Te sientes a salvo?

—Primero, no soy defensora de nadie.—dijo Lily con frialdad, tomando el sombrero.— segundo, nunca me he sentido insegura.

—Tienes agallas, lo admito. A lo que íbamos, Lily.—sonrió con ganas.— En dos ocasiones nos hemos encontrado, dos ocasiones donde no he logrado matarte, ¿Cómo sobreviviste? Cuéntamelo todo. Cuanto más hables, más tardarás en morir.

—Nadie sabe porque perdiste tus poderes al atacarme. Yo tampoco.—respondió tranquila, pero alterada internamente.— pero se que no pudiste matarme porque mi madre murió por salvarme. Mi madre de origen muggle evito que me mataras. Y tú, bueno, te vi el año pasado, apenas y estas vivo.

—Sí, ese es un potente contrahechizo. Tenía curiosidad. Existe una extraña afinidad entre nosotros, Lily. Incluso tu la habrás notado. Los dos somos de sangre mezclada, aunque la magia te dio el privilegio de purificarte. Los dos criados por muggles. Tal vez los únicos hablantes de pársel desde Slytherin. Los dos Slytherin...pero después de todo, solo fue suerte lo que te salvo de mí. Eso quería saber.

»Ahora, Lily, voy a darte una pequeña lección. Enfrentemos los poderes de Lord Voldemort, heredero de Salazar Slytherin, contra la famosa Lily Potter, que tiene de su parte las mejores armas de Dumbledore.

Ryddle la miro socarrón y anduvo unos pasos en dirección opuesta, deteniéndose entre las altas columnas y mirando el rostro de Slytherin. Abrió la boca y silbó...y Lily entendió lo que decía.

—Háblame, Slytherin, el más grande de los Cuatro de Hogwarts.

El rostro se movió y abrió la boca hasta convertirla en un gran agujero. Algo se movió dentro de este y salió de su interior. Lily retrocedió hasta dar contra la pared de la cámara y cerro fuertemente los ojos. Sintió a Fawkes emprender vuelo. Una gran mole golpeó contra el suelo de piedra de la cámara y notó que toda la estancia temblaba. Sabía lo que estaba pasando, sin ver sabía que la gran serpiente se desenroscaba de la boca de Slytherin.

—Mátala.

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