Potter Girl [Draco Malfoy] -
Capítulo 35
Lily siempre se consideró a si misma una chica tranquila, bastante seria y algo fría, pero desde hace días ella, aunque no lo demostrara mucho, se sentía más que contenta. Su puesto como reina estaba bien consolidado, habían ganado la copa de quidditch y era más que obvio que también ganarían la copa de las casas, y, por sobre todo, pasaba más tiempo con Draco, con quien, aunque no habían hablado sobre lo que paso aquella noche, se sentía tan cómoda y feliz como el con ella.
En el transcurso de junio comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un inusitado silencio. Theo, Lily y Hermione estudiaban más que nunca, pero todo parecía ir perfectamente. El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa Contra las Artes Oscuras.
El profesor Lupin preparo el examen más raro que habían tenido. Una especie de carrera de obstáculos al aire libre, en la que tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart.
—Estupendo, Lily.—dijo Lupin cuando acabo.—Nota máxima.
Theo sacó la misma nota y Hermione parecía estar haciéndolo perfectamente hasta llegar al boggart, donde salió gritando.
—¡Hermione!—dijo Lupin sobresaltado.—¿Qué ocurre?
—La pro...profesora McGonagall.—dijo Hermione entrecortada.— Me...¡Me ha dicho que me han suspendido en todo!
Costó un rato tranquilizarla, pero cuando se recuperó, Lily y Theo no pudieron evitar reírse de ella. El último examen de Theo y Lily era Adivinación. El de Hermione, Estudios Muggles, por lo que se separaron, con la promesa de acudir con Hagrid a las tres para tomar el té, como les había invitado aquella mañana.
—Nos va a examinar por separado.—informó Daphne cuando llegaron al salón.—¿Alguno ha visto algo alguna vez en la bola de cristal.
—No.—negaron ambos.
—Theodore Nott.—anunció desde arriba Trelawney con voz susurrante.
Theo hizo un gruñido y subió la escalera. Solo quedaba Lily para ese punto. Veinte minutos más tarde, Theo bajo.
—¿Qué tal?
—Una porquería. No conseguí ver nada, así que inventé algunas cosas pero dudo que la haya convencido.
—¡Lily Potter!
—Suerte.—deseo Theo.
Ella subió y hacia más calor que nunca. Las cortinas estaban echadas, el fuego encendido. Se sentó frente a la profesora, que la esperaba sentada ante una bola grande de cristal.
—Buenos días, Lily. Si tuvieras la amabilidad de mirar la bola...Tómate tu tiempo y luego dime lo que ves en ella...
Lily se inclinó sobre la bola y miro concentrada, pero no veía nada más que niebla blanca.
—¿Y bien? ¿Qué ves?
—Eeh...una forma oscura...
—¿A que se parece? Piensa...
La mente de Lily se echó a volar y aterrizo en el Grimm.
—Se parece a un gran y lanudo perro negro.
—¿De verdad?—susurro emocionada.— Muchacha, bien, podrías estar contemplando una resolución. Mira más detenidamente...El perro, ¿esta vivo?
—Sí.
—¿Estas segura? ¿No lo ves quizá, muerto o atacándote?
—No.
—¿Segura que no hay sangre o...?
—¡No! Esta bien...esta...feliz.
—Esta bien, querida. Me parece que lo dejaremos aquí...Un poco decepcionante pero estoy segura que has hecho lo que has podido.
Aliviada, se levantó y tomó su bolso, pero antes de salir, oyó detrás una voz potente y áspera:
—Sucederá esta noche.
Trelawney estaba rígida, con la vista perdida y la boca abierta.
—¿Profesora?
Ella no parecía oírle. Sus pupilas comenzaron a moverse, parecía a punto de tener un ataque, entonces, volvió a hablar con la misma voz áspera, diferente a la suya:
—El Señor de las Tinieblas está solo y sin amigos, abandonado por sus seguidores. Su vasallo ha estado encadenado doce años. Hoy, antes de la media noche, el vasallo se liberará e intentará ir a reunirse con su amo, pero será captura y mucho después, se reunirá con él. El Señor de las Tinieblas se alzará de nuevo, con la ayuda de su vasallo, más grande y más terrible que nunca. Hoy...antes de la media noche...el vasallo...intentará...reunirse...con su amo...
Su cabeza cayó hacia delante, sobre el pecho. Trelawney emitió un gruñido y volvió a levantar la cabeza.
—Lo siento mucho, chica.—dijo soñolienta.— El calor del día, ¿Sabes...? Me he quedado traspuesta.
—Seguro...no hay problema.
Salió de ahí con el corazón latiéndole a mil por hora. Camino hasta el patio, donde se encontró con Theo y Hermione que la esperaban para ir con Hagrid. Antes de que pudieran preguntarle como le fue, Lily les contó todo. Theo y Hermione la veían asustados.
—¿El Señor de las Tinieblas....?—dijo Hermione.
—Voldemort.—aseguraron Theo y Lily, pensando.
—¿Un vasallo encadenado por doce años?—cuestionó esta vez.
—¿Sirius Black?—opinó Theo.— Lily tenía un año cuando sus padres fallecieron y lo capturaron, por lo que serían doce años.
—Creí que no creías por completo en su culpabilidad.—dijo Lily.
—Y no lo hago, pero tenemos que hacer teorías.—dijo Theo.
—Oigan, oigan.—intervino Hermione con una sonrisa nerviosa.— La adivinación es un arte muy inexacto, recuerden lo que dijo McGonagall. ¿No creen que se lo están tomando muy en serio? Quizá fumo demasiado de ese incienso que pone.
—No es por ofender, Hermione, pero no estabas ahí—hablo Lily—. Trelawney realmente parecía estar teniendo una visión y según he leído, es común que aquellos con el don de la clarividencia olviden sus visiones al momento de decirlas. Realmente creo que es verdad.
—Pero...
—Y además, hay algo que me pone inquieta. ¿A que se refiere con que hoy a la media noche será liberado? Black lleva suelto casi todo el año, no tiene sentido.
—¡Por eso te digo que esta loca!—exclamó Hermione.
—Basta, después pensaremos más a fondo en ello, —dijo Theo.— Ahora vayamos con Hagrid, debe estar esperándonos con el té.
Justo como Theo había dicho, Hagrid ya los esperaba con un gran pastel de chocolate para festejar el termino de sus exámenes. Estuvieron con el platicando y acariciando a Fang y Buckbeak hasta que la cena había terminado. Para cuando se dieron cuenta, ya había oscurecido profundamente y el reloj marcaba las once.
—Tranquilo, Hagrid. Traemos la capa.—dijo Lily.— Acompañaremos a Hermione hasta su torre y luego nosotros también nos iremos a la cama.
—De acuerdo, de acuerdo. Vayan con cuidado.—dijo Hagrid.
Empezaron a subir hacia el castillo, cuando de pronto, se encontraron con Ron Weasley, quien tenía algo entre las manos y los veía impactado.
—¡Dios mío, Ron!—exclamó Hermione.— ¡Es Scabbers! ¡Dijiste que estaba muerta!—se quejó.
—¡Y creí que lo estaba!—exclamó Ron.— Subí a mi cuarto y cuando estaba por dormirme vi por la ventana que estaba corriendo de tu gato.
—¿Crookshanks?—Hermione se mostró sorprendida.
—Bueno, Weasley tiene a su rata, vámonos ya antes de que nos castiguen a todos por estar fuera a esta hora.—dijo Lily con cansancio.
—Vamos, Ron, por favor.—dijo Hermione al ver que no avanzaba.
—Se trata de Scabbers..., quiere salir.
Weasley se inclinaba intentando impedir que Scabbers se escapara, pero la rata estaba fuera de sí; chillaba como loca, se debatía y trataba de morder a Ron en la mano.
—Scabbers, tonta, soy yo.
—Ya vámonos.—instó Theo, rodando los ojos.
—¡Por favor; Ron, vámonos! ¡Nos descubrirán!—insistió Hermione.
—Vale, ¡quédate quieta, Scabbers!
Siguieron caminando un rato. Ya estaban lejos de la cabaña, pero también del castillo. Andaban muy despacio y cuando llegaron a campo abierto, la oscuridad se cernía sobre ellos como un embrujo.
—Scabbers, estate quieta.—susurró Ron— ¿Qué te ocurre, tonta? Quédate quieta...¡AY! ¡Me ha mordido!
—¡Cállate, Weasley!—regañó Lily, irritada.
Scabbers estaba aterrorizada. Se retorcía con todas sus fuerzas. En ese momento, Theo y Lily vieron a Crookshanks acercarse a ellos sigilosamente.
—¡Crookshanks!—gimió Hermione.—¡No, vete, Crookshanks! ¡Vete!
La rata escapó por entre los dedos de Weasley, se echó al suelo y huyó a toda prisa. De un salto, Crookshanks se lanzó tras el roedor; y antes de que alguno pudiera detenerlo, Weasley se internó en la oscuridad.
—¡Ron!—gimió Hermione y miro a sus amigos, quienes estaban tranquilos.—¡Vamos a seguirlo!
—¿Porqué?—preguntaron ambos, desinteresados.
Hermione rodó los ojos y corrió tras Weasley. Theo y Lily suspiraron y siguieron a Hermione. Oían delante de ellos el ruido de sus pasos y los gritos de Weasley hacia Crookshanks. Oyeron un golpe seco.
—¡Te he atrapado! Vete, gato asqueroso.
Para cuando llegaron, Weasley estaba en el suelo, Scabbers había vuelto a su bolsillo y Weasley sujetaba con ambas manos el tembloroso bulto.
Antes de recuperar el aliento, oyeron los pasos de unas patas gigantes. Algo se acercaba en la oscuridad: un enorme perro negro de ojos claros. Lily quiso tomar su varita, pero ya era tarde. El perro había dado un gran salto y sus patas delanteras golpearon a Lily y Theo en el estomago. Ambos cayeron de espaldas.
Aturdidos, sintiendo como si se hubieran roto las costillas, trataron de ponerse de pie, escuchando el rugir del animal. Weasley se levantó y el perro mordió el brazo estirado de este. Hermione embistió y agarro al animal por el pelo, pero este arrastraba a Weasley con mucha facilidad.
Entonces, algo golpeó a Lily tan fuerte en la cara que volvió a derribarla. Oyó a Hermione y Theo chillar de dolor y caer también. Lily manoteó en busca de la varita, parpadeando para quitarse la sangre de los ojos.
—Lumos—susurró.
La luz de la varita iluminó un grueso árbol. Habían perseguido a Weasley hasta el sauce boxeador; y sus ramas crujían, oscilando de atrás adelante para impedir que se aproximaran. Al pie del árbol estaba el perro, arrastrando a Weasley y metiéndolo por un hueco que había en las raíces. Weasley luchaba denodadamente, pero su cabeza y su torso se estaban perdiendo de vista.
Lo único que podían ver ya era la pierna con la que el muchacho se había enganchado en una rama para impedir que el perro lo arrastrase. Un horrible crujido cortó el aire. La pierna de Weasley se había roto y el pie desapareció en aquel momento.
—Tenemos que pedir ayuda.—dijo Theo. El también sangraba.
—¡No! ¡Ese ser es lo bastante grande para comérselo! ¡No tenemos tiempo!—dijo Hermione.
—No conseguiremos pasar sin ayuda.
Otra rama les lanzó otro latigazo.
—¡Socorro!—exclamó Hermione.
Crookshanks dio un salto al frente. Se deslizó como una serpiente por entre las ramas y se agarró con las zarpas a un nudo del tronco. De pronto, el árbol dejo de moverse.
—¡Crookshanks!—grito Hermione, dubitativa. —¿Cómo sabía...?
—No me hagas mucho caso, pero creo que es amigo del perro.—masculló Theo.
—Ya, acabemos con esto.—dijo Lily.
Cuando llegaron al hueco que había entre las raíces, Crookshanks se metió primero. A gatas, Lily lo siguió, seguida de Hermione y Theo. Siguieron al gato y avanzaron tan aprisa como podían, casi doblados por la cintura.
Por momentos podían ver la cola de Crookshanks. El pasadizo no se acababa. Entonces, el túnel empezó a elevarse y luego a serpentear; Crookshanks había desaparecido. En vez de ver al gato, Lily veía una tenue luz que penetraba por una pequeña abertura.
Avanzaron con cautela hasta la abertura. Levantaron las varitas para ver que había al otro lado. Era una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien los hubiera destrozado. Las ventanas estaban todas cegadas con madera. Lily y Theo miraron a Hermione, que parecía muy asustada pero asintió con la cabeza.
Lily salió por la abertura, mirando a su alrededor. La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras. Theo tomó a ambas chicas de los brazos.
—Creo que estamos en la casa de los gritos.—susurró Hermione.
Oyeron un crujido en lo alto. Algo se había movido en la parte de arriba. Tan en silencio como pudieron, entraron en el vestíbulo y subieron por la escalera, que se estaba desmoronando. Llegaron hasta el oscuro descansillo y apagaron sus varitas.
Solamente había una puerta abierta. Al dirigirse hacia ella, oyeron un movimiento al otro lado. Un suave gemido y luego un ronroneo profundo y sonoro. Sosteniendo la varita ante sí, Theo abrió la puerta de una patada.
Crookshanks estaba acostado en una magnífica cama con dosel y colgaduras polvorientas. Ronroneó al verlos. En el suelo, a su lado, sujetándose la pierna que sobresalía en un ángulo anormal, estaba Weasley. Se le acercaron rápidamente.
—¡Ron! ¿Te encuentras bien?—pregunto Hermione.
—¿Dónde esta el perro?—pregunto Theo.
—No hay perro.—gimió Ron, con dolor.— Potter...esto es una trampa...
—¿Qué...?
—El es el perro. Es un animago...
Weasley miraba por encima del hombro de Lily y los tres se dieron la vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puerta tras ellos.
Una masa de pelo sucio y revuelto le caía hasta los codos. Si no le hubieran brillado los ojos en las cuencas profundas y oscuras, habría creído que se trataba de un cadáver. La piel de cera estaba tan estirada sobre los huesos de la cara que parecía una calavera.
Era Sirius Black.
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