Evrie sintió un golpe en el corazón, incrédula, al escuchar a su madre.
—¿Me estás diciendo que tengo que presentarme a una cita a ciegas?—
El rostro de Marcela cambió de color— ¿No te dije que este fin de semana regresarías para la cita? No habrás pensado que te estaba tomando el pelo, ¿verdad?—
La expresión de Evrie se tornó sombría.
—Mamá, no me pediste permiso, ¿por qué arreglas citas sin consultarme?—
—No me vengas con tonterías, ya casi llegan. Quiero que te sientes derechita y hables después de que se hayan ido, ¿me escuchaste? No arruines esto para mí.—
Evrie se sentía sumida en el absurdo.
Intentó resistirse, pero justo entonces el sonido de un motor de carro irrumpió desde afuera; un vehículo entraba al patio.
Al instante siguiente, Marcela salió a recibirlos con una sonrisa de oreja a oreja.
—Ay, por fin llegaron, nuestra Evita los ha estado esperando…—
……
La sala de la casa era modesta, estrecha y el antiguo sofá estaba repleto de gente. Marcela la arrastró para sentarse a su lado, enfrente estaba el candidato de la cita.
El hombre vestía un traje formal, tenía facciones comunes y una estatura promedio, y sobre su nariz reposaban unas gafas de montura negra.
Pero su mirada no era para nada inocente; la deslizó de arriba abajo por Evrie sin disimulo alguno.
Los padres del hombre empezaron a hablar—Evi es muy bonita y dulce, nos gusta mucho. Si no tienen inconvenientes, podríamos fijar una fecha pronto para la boda.—
El tono entusiasta de Marcela se hizo eco—Por supuesto que no hay problema, siempre que el dinero para la boda esté listo, podemos hablar tranquilamente.—
—¿Mamá?—Evrie la miró incrédula.
Con una sonrisa, Marcela empujó a su hija hacia Óscar—Óscar, lleva a tu hermanita al cuarto a descansar, mamá tiene que hablar de cosas importantes.—
Óscar, obediente, tomó del brazo a Evrie.copy right hot novel pub
—Vamos, hablaremos después.—
—Hermano, no…—
—No molestes mientras mamá está en sus asuntos.—
Sin más, Óscar arrastró a Evrie directamente al dormitorio, como si esa cita no tuviera nada que ver con los deseos de ella, sino que fuera un acuerdo comercial preestablecido entre ambas partes.
Para ella, no era más que una mercancía.
En la habitación, Evrie se soltó bruscamente de Óscar y lo miró con el ceño fruncido.
—Hermano, ¿tú también quieres venderme?
Óscar mostró una expresión de resignación—Sabes cómo es mamá, cuando decide algo nadie puede contradecirla. ¿No sería mejor que te portaras bien? Siempre que vienes es un lío.—
—¡Pero me está vendiendo!—
—Algún día te casarás, mejor que sea con alguien de dinero, ¿no crees? Ella se ha tomado tantas molestias, y al menos no te está casando con un pobre. Piénsalo, sería genial ser una señora rica.—
Evrie lo miró sin palabras, sintiendo un frío creciente en su interior.
Mientras tanto, en la sala de estar.
La casamentera, con una sonrisa servil, dijo—Las jóvenes que se van unos años son así, ven el mundo y ya no quieren volver. La traes a casa, la encierras unos días, tiene un hijo y todo se arregla.—
—Mira esa carita bonita, tan tierna, suave y radiante, además es una estudiante destacada, seguro que tendrá buenos genes y podrá dar a luz a un varón.—
El hombre se mostró escéptico por un momento—Ella es virgen, ¿verdad?—
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