El corazón de Evrie saltaba hasta la garganta. ¿Cómo podría seguir adelante con él?

—¡Suéltame!— Susurró ella, temblando un poco, su rostro pálido mostraba el miedo.

—¿Adivina si te soltaré ahora?— Farel la miraba con furia, sus ojos oscuros destilaban una intensa ferocidad animal.

Deseaba aplastarla contra la pared sin detenerse.

Cuando Evrie se encontró con esa mirada peligrosa, los pelos de su nuca se erizaron.

—Toc toc toc—

—Evi, ¿estás ahí? ¡Abre la puerta!—

El sonido de los golpes en la puerta continuaba, sin señales de parar.

Evrie intentó empujarlo con fuerza, pero él aprisionó sus manos. Acto seguido, los botones de su camisón se desprendieron uno a uno bajo la hábil mano de Farel, dejando al descubierto un pedazo de su delicada clavícula…

Evrie lo miraba fijamente, mordiéndose el labio. Por más que él se excediera, no se atrevía a hacer ruido.

Esa expresión desafiante y feroz encendió el deseo de Farel de conquistarla, y no pudo resistir el inclinarse hacia adelante, presionando su boca contra la de ella con intensidad.

—Mmm…—

Él mordió con fuerza y Evrie emitió un gemido de dolor.

—¡Toc toc toc!—

—Evi, ¿qué te pasa?—

La voz de Leandro sonaba preocupada, los golpes en la puerta eran más rápidos y fuertes.

Mientras tanto, la pasión dentro de la habitación era incontenible.

Farel mordió maliciosamente el lóbulo de su oreja, su voz ronca y baja urgía en su oído.

—Habla.—

No podía seguir así sin decir nada.copy right hot novel pub

Evrie trató de controlar su respiración y gritó hacia la puerta: —Maestro, estaba bañándome y no escuché los golpes. ¿Qué pasa?—

Leandro, al oír su voz, respondió:

—Te traje un regalo del extranjero, se me olvidó dártelo antes, así que regresé para entregártelo.—

Justo después de esas palabras, Evrie sintió un dolor agudo en sus labios, ya que el hombre volvió a morderla sin consideración.

Evrie se tapó rápidamente la boca, queriendo llorar.

—Acabo de salir del baño y todavía no me he vestido, ¿puedo ir a buscarlo mañana?— Dijo ella, intentando mantener la calma.

—Ya que no te viene bien, dejaré el regalo en la puerta. No olvides recogerlo más tarde. —La voz de Leandro se filtró desde el exterior.

—Está bien, gracias maestro.—

Y entonces, una voz ronca y profunda llegó a sus oídos.

—Yo también tengo un regalo para ti.—

¿Qué?

Evrie no entendió de inmediato, hasta que vio al hombre sacar de su bolsillo una bolsa de plástico negra, la abrió y de ella cayó una caja… de condones.

—…—

La cara de Evrie se enrojeció como un tomate al instante. Abrió la boca, pero no pudo pronunciar palabra.

¿Así que lo que él sostenía con seriedad en la puerta era una bolsa con esas cosas?

En su mente resonó una frase— Qué descarado.

Farel empujó la caja en sus manos, ordenando en voz baja: —Ábrela tú misma y aprende a usarla.

—No sé cómo.—

Las orejas de Evrie se tiñeron de rojo, incluso la palma de sus manos estaba sudorosa.

—Yo te enseñaré…—

Farel tomó su mano y la guio a abrir la caja lentamente, el papel de aluminio duro rozaba su palma…

Evrie cerró los ojos, incapaz de resistirse.

En estas situaciones, él siempre había sido el dominante, no permitía ninguna resistencia. Cuanto más se resistía ella, más energía ponía.

Estaba decidido a enseñarle a toda costa.

Cuando la “lección” terminó, las piernas de Evrie se habían vuelto de gelatina.

Se apoyó en la puerta, débilmente, pensando que finalmente la dejaría en paz, pero en el siguiente instante, su cuerpo fue levantado en vilo y llevado al dormitorio, donde él continuó su embestida.

Evrie… —

Empezó a dudar profundamente si toda la energía que él aparentaba contener durante el día, la liberaba en la cama.

¿Qué es la abstinencia para un médico?

Qué abstinencia ni que mierda.

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