Evrie se sentía mareada, con la cabeza pesada, mientras Leandro la guiaba hacia el ascensor. El mundo parecía girar a su alrededor.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero finalmente llegaron a la puerta de su departamento.
Apoyada en la puerta, Evrie levantó sus ojos somnolientos hacia Leandro –Maestro, ya llegamos, puedes irte, yo entraré sola–.
En ese momento, estaba consciente de que, detrás de la mirilla de la puerta, seguramente habría unos ojos oscuros observándola.
No podía dejar que Leandro entrara al apartamento, esa era la regla de Farel.
–Pero estás borracha…– Leandro la miraba preocupado.
–Estoy bien, tengo la mente clara, no tienes por qué preocuparte, yo aguanto bastante el licor–.
Evrie intentó sonreír, aunque forzadamente, y se mantuvo firme en la puerta.
Leandro, resignado, asintió y con preocupación le dijo –Está bien, entonces descansa pronto y si necesitas algo, llámame. Me siento culpable de que hayas bebido tanto hoy–.
–De verdad, estoy bien, con dormir se me pasa, no te preocupes más–.
Evrie ya casi no podía mantener los ojos abiertos.
Leandro finalmente se despidió y se metió de nuevo al ascensor.
Cuando oyó que la puerta del ascensor se cerraba, Evrie se volteó con dificultad y empezó a teclear la contraseña de la puerta.
Con la vista borrosa y las manos temblorosas, no acertaba en la combinación.
–Beep–.
Una mano larga y bien formada se extendió y rápidamente marcó la contraseña, la puerta se abrió al instante.
Un aroma familiar llegó a sus fosas nasales y Evrie, con esfuerzo, abrió los ojos para encontrarse con la mirada profunda y oscura del hombre frente a ella.
Sin necesidad de mirar detenidamente, podía sentir la frialdad y el disgusto que emanaba de él.copy right hot novel pub
Sonrió, intentando complacerlo, y levantó la cabeza –Dr. Farel, qué guapo eres–.
–…–
Farel agarró su mejilla con una mano, con un frío en su mirada – ¿Leandro te llevó a ver clientes o a acompañarlos con bebidas?–
Evrie negó con la cabeza, balbuceando con la lengua pesada –No entiendes, son las reglas, en nuestro trabajo, hay que seguir las reglas del cliente–.
Tonterías.
Farel, sin ganas de discutir, empujó la puerta y entró.
–Entra–. Su tono era helado.
Evrie obedientemente lo siguió, tropezando y cayendo en los brazos del hombre.
El olor a alcohol se esparció sobre él y Farel frunció el ceño con desagrado, la levantó en brazos y la llevó hacia la habitación.
Bang–.
La puerta se cerró de golpe.
De repente, Evrie se encontró en una cama suave, se dio la vuelta, sintiendo náuseas y un dolor punzante en el vientre bajo.
No pudo evitar llevarse las manos al abdomen, gimoteando de dolor.
El hombre sobre ella, con furia en su ser, no notó su malestar y comenzó a desabotonar su blusa.
Evrie mordía su labio, agarrándose el estómago, su cara retorcía del dolor.
El dolor se intensificaba, casi perdiendo la consciencia.
Evrie, incapaz de resistir más, agarró fuertemente la mano de Farel y emitió un gemido entrecortado.
–Dr. Farel, para, me siento como si fuera a morir…
–
Farel se detuvo y la miró con el ceño fruncido – ¿Qué?–
Evrie apretó su mano contra su abdomen izquierdo, en agonía –Me duele mucho el estómago, siento que no puedo más…–
Su rostro estaba pálido del dolor, sin color en los labios y un sudor frío cubría su frente; se veía extremadamente dolorida y débil.
Farel frunció aún más el ceño.
Examinó el lugar donde le dolía y presionó un poco.
– ¿Aquí duele?–
–Sí… duele mucho…–
– ¿Y aquí?– Cambió de lugar y presionó de nuevo.
–Duele…–
La expresión de Farel cambió inmediatamente, su tono se volvió serio y frío –Vamos al hospital ahora mismo–.
–Dr. Farel, ¿qué tengo?– Evrie se sobresaltó por su actitud y abrió aún más los ojos.
Farel la miró fríamente –Una enfermedad terminal, estás a punto de morir–.
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