Recuperando a mi multimillonaria esposa -
Capítulo 58
Capítulo 58: Una rivalidad a escondidas
Levanté la mirada hacia Hernán parado en la puerta de mi despacho y me sorprendí un poco. ¿ No había ido a la Ciudad Orillana? ¿Por qué a esta hora no estaba disfrutando de su dulce tiempo allí?
Permanecí en silencio y me limité a mirarlo. Su sonrisa era suave y amable mientras me preguntaba: -Cariño, ¿qué te gustaría comer hoy?
Aún no lo he decidido -respondí con voz plana, sin mostrar entusiasmo alguno.
Se acercó y explicó: -Anoche me quedé chateando hasta muy tarde por trabajo. Como tenía que regresar corriendo para que no te preocuparas, ni siquiera desayuné hoy. Vamos a almorzar más temprano. ¿Tienes algún antojo? ¡Yo invito!
Lo miré en silencio y solté una risa fría para mis adentros. Extrañamente, verlo mentir en ese momento no me enfadó en absoluto y, en cambio, sentí un tipo de satisfacción sin precedentes. Está bien, tampoco desayuné esta mañana.
-¿Tomaste? -preguntó. Por la proximidad, seguramente notó el olor a alcohol en mi aliento. Sin embargo, la persona que alegó haber estado en una cena hasta tarde no desprendió rastro
de licor.
-Sí -asentí y sugerí-. ¿Qué te parece si vamos al restaurante italiano frente al Edificio Águila Dorada?
Hernán abrió los ojos con cierto asombro y asintió varias veces. —¡Buena idea, tú decides!
La vida estaba siempre repleta de drama, y un buen ejemplo era que, cuando entramos en el restaurante, nos encontramos con Luciana. Al volver a ver a la mujer, la observé detenidamente. Ella lucía un vestido de punto a la moda, que destilaba elegancia y competencia mientras le daba un aspecto extremadamente encantador. Obviamente, no era una mujer
corriente.
Pensando en esa tipa sin profundidad de Sofía, me alegré en silencio. Al analizar únicamente superficialmente, parecía que esa partida ya tenía un ganador.
De manera inexplicable, tuve una buena impresión de esa mujer frente a iní. Me di cuenta de que tal vez podría ser de utilidad para mí.
Hoy, Hernán no escatimó en presentarnos. Me rebajé y la saludé amablemente.
Una vez que nos sentamos cada uno en su sitio, le pregunté a él: -La señorita Gonzales parece
ser muy capaz y astuta.
Hernán respondió con indiferencia: -No es ninguna ventaja para una mujer ser demasiado astuta. Me gustas así, sensata, generosa y virtuosa.
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¿Pero acaso no estás diciendo que soy tonta? -repliqué, dando en el clavo.
Hernán se echó a reír y me pellizcó la nariz juguetonamente. —Qué traviesa eres. Por cierto, ¿ con quién tomaste anoche?
—¿Quién crees que pudo ser? -respondí con una pregunta― Y estuve fuera toda la noche. Cuando te vayas de viaje de negocios en el futuro, tendré que relajarme un poco.
Mis palabras salieron con calma, aunque por alguna razón, pensé en Patricio de repente.
-¿Cómo es posible que siempre me vaya de viaje? Ayer fue una situación especial —explicó, luego me miró y preguntó—. ¿Dónde estuvieron anoche tomando?
-En casa de Ivanna -contesté con despreocupación. ¿Fuiste a la concesionaria de autos ayer?
-¿Cómo? No, fui al sitio de construcción y luego me dirigí a la Ciudad Orillana —aclaró
Hernán.
-Ah, entonces debo haberme confundido comenté sin mucho interés.
Antes de terminar de comer, Hernán recibió una llamada de Víctor, informándole sobre el encuentro con la Empresa Boreal programado para las dos de la tarde.
Hernán me echó un vistazo y siguió preguntando acerca de la situación.
Por la tarde, él asistió a la reunión junto con Víctor en la Empresa Boreal sin llevarme.
Después de recoger a Dulcita de la guardería, recibí un documento inesperado. Al abrirlo, descubrí que era el resumen de la reunión de la tarde. Entre todo, lo más destacado era que las empresas que participaban en la licitación debían pasar por un proceso de revisión financiera a fin de este mes. No sólo eso, se trataba de una evaluación multifacética de la empresa en su conjunto, que incluía los proyectos de la compañía, el rendimiento del capital, la capacidad de invertir en el proyecto, la liquidez, el inmovilizado e incluso se detallaban datos personales.
Y la razón era que no era una licitación para un solo proyecto, sino para todos los proyectos futuros de la Empresa Boreal en los próximos tres años.
Se decía que todos los proyectos de ese período de tiempo se considerarían de alta prioridad por parte de las autoridades.
En otras palabras, si ganábamos la licitación, significaría un gran salto cualitativo en la empresa durante los próximos tres años.
Además, me sorprendió más que el resumen destacara la atención especial a las nuevas ventanas de acero con rotura de puente térmico.
Y resultaba ser una patente de la Corporación ConstruMateria.
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Cuando vi eso, me dio un vuelco el corazón. ¿Qué significaba eso? Me apresuré a comprobar el número con el que me envió el documento y descubrí que era de Patricio.
El corazón se me aceleró sin control y me tembló la mano al agarrar el celular.
Sin duda, se trataba de una gran oportunidad para que la Corporación ConstruMateria realizara un salto cualitativo.
La cosa era que la empresa estaba actualmente bajo el control de Hernán. Yo tenía muy claro que si aprovechaba esa oportunidad, la compañía podría convertirse en una de las mejores de la industria.
Desde entonces, la Corporación ConstruMateria despegaría en un abrir y cerrar de ojos. Pero también sabía que no podría controlar a Hernán para siempre si llegara a eso.
Con esos pensamientos en mente, levanté rápidamente a Dulcita en brazos y tomé un taxi de regreso a casa. Una vez allí, encendí la tele para que viéra dibujos animados y me apresuré a preparar la cena. Planeaba tomarme mi tiempo para investigar a los competidores lo antes posible, y tenía que encontrar la manera de aprovechar esa oportunidad.
Sin embargo, aún lavaba los platos cuando recibí una llamada de Hernán, instándome a arreglarme rápidamente, ya que tenía una cena por la noche e iría a recogerme.
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