Recuperando a mi multimillonaria esposa -
Capítulo 81
Capítulo 81: Enredada en una Trampa antes de Vengarse
Su apariencia me hacía perder la paciencia por completo, tengo que admitirlo. En ese momento, ella parecía un verdadero encanto, y no podía mantener la calma. Le dije furiosamente: -¿Un secreto? ¡Qué descarada eres para tener un secreto así!
-María, debes pensar antes de hablar. Sé que eres una mujer inteligente. Te he enviado tantas fotos atractivas, y ni una vez te has enojado. Entonces, si estás tan dispuesta a ocultar esto y fingir que no sabes nada frente a mi hermano, ¿es que no quieres dejarlo?— me miró y dijo, dando un sorbo a su copa y riendo.
Pero en ese momento, estaba a punto de perder el control de mi ira.
-Vamos, toma un trago, relájate un poco- me instó. Viendo que seguía desconfiada, continuó: -¿Me temes? Estamos bebiendo del mismo frasco, ¿a qué le tienes miedo?
Me miró burlonamente, y al ver que aún no me movía, añadió: -… De acuerdo, como quieras.
Luego, me miró de nuevo, se acercó a mí y con total descaro dijo: -¿Sabes? Mi primera vez con Hernán fue aquí.
Mi mente estaba completamente fuera de control. A pesar de haber sospechado innumerables veces cómo es que los hermanos habían llegado a estar juntos de esa manera, no esperaba que Sofía me diera esta respuesta, y me costaba aceptarla. (1
Mi cuerpo temblaba incontrolablemente, mis oídos zumbaban, y todo a mi alrededor parecía estar girando. Había un sabor amargo y salado en mi garganta.
Extendí la mano y tomé la copa de licor, la incliné hacia atrás y me lo bebí de un solo trago.
Sofía observó mi reacción y se rio estridentemente.
—Jajaja, así es, mi querida cuñada. Muy bien. De hecho, si sabiendo que mi hermano te ha traicionado, deberías tener un poco de dignidad. ¿No eres la más decidida de todos? ¡El divorcio es lo que debes hacer! ¿Por qué no te divorcias?
Me miró, sonrió nuevamente, y dijo con total indiferencia: -Haz lo que quieras, de todos modos no importa. Tú continúa siendo la Señora Cintas, y no tienes nada que ver con nosotros. Permíteme decirte la verdad, Hernán no puede vivir sin mí.
-Desde que tuvimos nuestra primera relación aquí, nunca ha podido alejarse de mí. La calidad de nuestra vida sexual es excepcional, algo que nunca podrás igualar. ¿Crees en eso?– dijo con entusiasmo.
-Sofía, eres realmente despreciable. Es tu hermano, ¡y aún así lo seduces!—le grité histéricamente-. Eres un demonio, sin vergüenza.
-¿Y qué pasa con eso? De todas maneras, el dinero de mi hermano es mío- presumió,
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En ese momento, comprendí que la razón por la que Hernán se había convertido en lo que era hoy se debía a la influencia de Sofía.
-¡Oh, compré un coche deportivo, azul, Hernán me lo compró, y también me compró una casa, ¡me estoy mudando pronto! ¡Una villa, también me la compró mi hermano! Ja ja ja… En realidad, es muy hábil, su potencial lo descubrí yo, a pesar de que Luciana lo desea
fervientemente, ¡pero a Hernán no le gusta ella!
Me sentí mareada, la señalé y dije: -¡Sofía, me vengaré de ti!
-Jaja, no me asusta tu venganza, ¡te haré sentir ese placer ahora mismo!-dijo ella con una
sonrisa maliciosa, se levantó, me miró y continuó: -Hernán dice que eres tan inexperta como sonrisa maliciosa, se levantó, me miró y continuó: – un tronco, hoy te entrenaré para que sepas lo que se siente con un hombre de verdad. Así comprenderás lo superficial que fue lo que dijiste antes. 2
Abrió la puerta y de repente entraron tres hombres altos en la habitación. Me asústé de repente y me di cuenta de lo que estaba pasando, pero ya era demasiado tarde.
Me sentía cada vez más mareada, todo mi cuerpo ardía. Una sensación extraña me hizo entender lo que Sofía estaba planeando todo el tiempo. Su intención era embriagarme, a pesar de que vi con mis propios ojos que los dos estábamos bebiendo de la misma botella.
-Sofía, ¿qué me has hecho?– Me puse de pie instintivamente para salir, pero los tres hombres se acercaron a mí.
Cuñada, es una oportunidad rara, disfruta de que alguien te cuide. Deja de perseguir a Hernán, ya no le interesas, no desperdicies tu juventud. ¡Te estoy ayudando!
Luego, miró a los hombres con malicia y dijo: -Esta es mi cuñada, cuídenla bien. ¡Ah, no olviden tomar una foto, desde un buen ángulo, para que se vea todo claramente. Ja, ja…
-¡Sinvergüenza! Sofía, eres una sinvergüenza…- Grité mientras luchaba por acercarme a ella. Ella me miró con desprecio, sonrió y salió de la habitación, cerrando la puerta con un fuerte
clic.
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