Capítulo 232

Roman abrió la cena ya preparada sobre la mesa, un aroma tentador e irresistible inundó el aire, haciendo que Nerea tragase saliva sin poder evitarlo.

-Nea, vamos a cenar primero..

-¡No hace falta!

Nerea casi que con todas sus fuerzas logró levantar la mano para rechazarlo.

Si esto hubiera pasado antes, se habría sentado feliz y sin preocupaciones a comer, pero ahora no solo tenía sus reservas sobre la comida que él preparaba, sino también sobre él…

-Entonces, toma algo de beber…

-Tampoco hace falta. Vamos directo al ensayo, hoy vine aquí solo para eso, luego tengo otras cosas que hacer.

Roman se sintió extrañado por sus continuos rechazos. -¿Qué otras cosas?

-Otras cosas…- Nerea pensó por un momento y de repente recordó sus ‘secretos corporativos’ del dia, arqueando ligeramente sus cejas, -¿Tienes tanto interés en mis asuntos personales?

Su tóno se elevó ligeramente, con un atisbo de ‘no es asunto tuyo’ en su mirada y un sutil destello de esperanza, pensó que con esa mirada provocadora él no insistiría más.

Sin embargo, él la miró fijamente, sin esquivar, -Me interesa mucho.

Con esas palabras, Nerea se sintió desarmada, tartamudeando, -Entonces… te cuento después del

ensayo.

-Bien, voy a secarme el cabello.

Justo cuando él se dio la vuelta, la sonrisa en la cara de Nerea era imposible de ocultar.

Se mordió el labio con fuerza, apretando su muslo con la mano, forzándose a calmarse y a se racional-

No pienses de más, tal vez solo le interesa de manera casual, pero él le compró sus pantuflas de Kitty favoritas, incluso quería ayudarla a cambiar de zapatos….

Diez minutos después, Roman se secó el cabello y se puso un traje oscuro elegante y nuevo, sosteniendo una corbata de seda en la mano y con unas gafas de montura dorada sobre su nariz recta,

se acercó.

Nerea, ya calmada, lo miró y sus ojos se agrandaron.

¿Esto era a propósito?

En medio de la noche, solo para ensayar una obra, ¿por qué vestirse tan elegante?

Su habitual atuendo de negocios ya era suficientemente refinado y guapo, ahora con esas gafas, parecía todo un villano refinado, cruel y despiadado, increíblemente cercano a la atmósfera de James en la novela, pero James definitivamente no era tan atractivo como él.

Ver ese rostro tan guapo moverse delante de ella, especialmente cuando ella ya estaba nerviosa, ¡la sacaria del personaje!

-Nea, ¿estás lista?

-Si

Nerea apretó los dientes y asintió.

-Entonces, empezamos.

Roman tomó su mano, y con la corbata de seda suave, ató firmemente sus delicadas muñecas juntas. Nerea, viendo que él hacia un nudo quirúrgico igual que la última vez que se hacía más apretado al luchar, sugirió, -No hace falta que esté tan firme, con que sea simbólico basta.

Sin embargo, recibió su fria negativa. -No se puede.

¿Por qué tan despiadado?

Como si ella fuera a romper su profesionalismo y escapar a mitad de la actuación.

Después de atar el nudo, Roman se levantó y apagó la luz.

La sala se sumió en la oscuridad, y Nerea comenzó a recordar la escena y los diálogos del segundo enfrentamiento emocional entre Dafne y James.

James habia preparado una trampa perfecta y finalmente capturó a Dafne, encerrándola en secreta en Plutón que nadie conocia.

una cámara

nom de separabic

Parece que aun no

Heren pensé que ahom, tendo en amistad converte en adgrendebarto, seria fácil actuar indiferente ante el Pan con colouring palabans, 4 la orastro de vuelta a la intensidad de su relación.

Eon nelitud, ese topo de voz, con sensación de superiudad inconfundible, no eta James, el más

Alvero, Dafne esbozó una sonrisa de desden y desvió la mitada, Si piensas convencerme, mejor ahora tus esfuerzos

na

De ninguna manera reunir de mueva Platón colaborar contigo, a menos que me mates.

A pesar de ser una asesina de élite, su voz sonaba débil después de dos dias sin comer, pero su

Roman se acercó con calma, observando su figura envuelta en una túnica desgarrada, como una diva trágica torturada y humillada, pero aún refusandose a someterse, lo que oscureció sus ojos con un destello

Pero Dafne se resistió, apartando la cara con fraldad, sin querer siquiera mirarlo.

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