Capítulo 237
El aire estaba cargado de una tensión electrizante, mezclada con la ambigüedad de emociones a flor de piel y la inminente revelación de secretos ocultos.
Nerea, con las mejillas ardiendo y el corazón retumbando como un trueno, debería haberse ido con el guion en mano, siguiendo el consejo de él.
Pero, ya fuera por un impulso repentino o por la necesidad de confirmar algo, se acercó de pronto y le agarró la mano.
-Roman, solo queda la última escena, ¿por qué no la terminamos hoy?
La suave mano de la joven se aferró a sus dedos, como intentando retener algo, dejando a Roman completamente paralizado.
Giró lentamente su rostro hacia ella, mostrando abiertamente en sus ojos el torbellino de deseo oscuro y una posesividad tan intensa que rozaba lo anormal.
Nerea tembló al verlo, como si en su mirada hubiera encontrado la confirmación a sus sospechas.
Pero aún no era suficiente.
Con un esfuerzo para calmar su agitado corazón, lo miró fijamente y dijo con voz firme, -Empecemos.
La última escena de amor entre Dafne y James narraba cómo Dafne, en un intento desesperado por
salvar a William, seducía a James.
Nerea, inexperta en los juegos de seducción, simplemente siguió las escasas instrucciones del guion y
se acercó a él.
Bajó la cabeza, mordisqueando sus carnosos labios rojos, mientras sus largas pestañas temblaban y sus mejillas se teñían de un rubor indiscreto. Levantó sus delicados dedos temblorosos hacia el botón de su chaqueta, apenas desabrochó el primer botón e intentó avanzar hacia su musculosa figura, fue bruscamente atraída hacia su pecho.
-Ah… Roman…
No hacía falta seducirlo.
Ella no se daba cuenta de lo provocativa que se veía…
Roman, con una expresión feroz y los ojos rojos de pasión, dejaba ver un amor intenso y peligroso. Nerea se quedó petrificada.
Pequeña travesura, te lo buscaste.
Dominado por el deseo, bajó la cabeza y mordisqueó sus suaves labios, con una ferocidad que asustó a Nerea, haciéndola girar la cabeza.
El ardiente y voraz beso de Roman se desplazó a su cuello sensible, -Nea, Nea, mm, mi Nea…
Entre susurros de pasión, ya no decía el nombre de Dafne, sino el de ella, Nerea sintió el deseo de Roman y confirmó sus sospechas, sus ojos brillando intensamente.
Él la abrazaba fuerte, dificultándole la respiración, sumergida en sus seductoras palabras y los intensos besos en su cuello, ella casi no podía resistirse a corresponderle.
-Roman…
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Capítulo 237
¡Ding dong… ding dong!
Justo cuando empezaba a susurrar, el estridente timbre de la puerta y una voz familiar la sobresaltaron, -¡Nere, Nére, estás en casa? ¡Ábreme, soy tu tío!
¿Tíó?
¡El tío!
Nerea volvió en sí, desesperada, empujando al hombre sobre ella, -¡Roman, para, para, mi tío está aquí!
Intentó empujarlo repetidamente, sin éxito, hasta que, en un acto de desesperación, le mordió el hombro, logrando que Roman volviera en sí.
-Él está en el 3002.
La mirada de Roman aún estaba nublada por el desed, intentó besarla de nuevo pero Nerea le tapó la
boca con firmeza.
-Eso tampoco puede ser…
-¡Ring ring!
El móvil sobre la mesa comenzó a sonar de repente, Nerea abrió los ojos desorbitados y, aterrorizada, miró hacia la puerta, temiendo que Gerard pudiera oír su móvil sonando en el 3001 a través de la
puerta.
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