Capítulo 238
Ella lo empujó con fuerza y corrió a buscar su celular.
Sin embargo, fue atrapada de nuevo por Roman, que la aprisionó con fuerza en sus brazos desde atrás.
-Nea, Nea…
Roman la sujetaba firmemente por la cintura, cerraba los ojos tratando de contener su deseo ardiente, y sus labios ardientes no dejaban de besar su cabello.
-Mi vida, mi tesoro.
Al oír -mi vida-, el rostro de Nerea se enrojeció de inmediato, como si fuera a echar humo.
Aunque sabía que él ya…
¿No podía esperar un poco? Su tío estaba justo en la puerta.
Como si pudiera sentir lo que ella estaba pensando, la voz de Roman se tornó profunda y ronca, con un dejo de súplica, -Déjame calmarme un momento.
Nerea parpadeó con sus grandes ojos inocentes, sabiendo bien a qué se refería con calmarse.
-Qué extraño.
En la puerta del 3002, Gerard, que no conseguía comunicarse con el teléfono de Nerea, murmuraba confundido, -Rob dijo que Nere estaba en la Mansión Acuática Imperial, ¿acaso volvió a casa de imprevisto?
Colgó el teléfono, y justo cuando estaba por llamar a Miguel, la puerta del 3001 se abrió con un -ding.
Gerard vio salir a un hombre vestido impecablemente, con un sospechoso rubor en sus mejillas, como si alguien hubiera interrumpido algo agradable, visiblemente molesto, y se sorprendió, -¿Sr. Roman? ¿Usted también vive aquí?
-¿Gerard viene a buscar a la señorita Nerea?
-¡Sí, sí!
Aunque intentó sonar calmado, no pudo ocultar el tono ronco y sombrío de su voz, evidentemente interrumpido en medio de algo.
-¿He interrumpido su descanso, Sr. Roman?
-No, acabo de llegar y vi que la señorita Nerea estaba cenando abajo, ¿la llevo?
Gerard: -¡Qué pena! ¡Dígame el nombre del lugar y basta!
-Lo olvidé, ya es tarde, mejor la llevo yo.
Gerard miró la hora, casi.las once, y como no podía comunicarse con Nere, empezó a ponerse ansioso y asintió, ¡De acuerdo!
–
Mientras caminaba junto al hombre, que irradiaba una aura sutilmente hostil y emociones
indescriptibles, Gerard comenzó a divagar.
Al Sr. Roman le gustaba Nere, algo que ya se había insinuado durante el evento de Llega La Reina. Nere también parecía tenerle afecto; Gerard lo había notado la última vez. Sin embargo, no sabía cuándo se
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Capítulo 238
habían convertido en vecinos, si había sido coincidencia o intencionado, y hasta qué punto había avanzado su relación.
¡Tendría que preguntarle à Nere en cuanto la viera!
Cinco minutos más tarde, cuando el ruido afuera de la puerta cesó, Nérea agarró su guion y se deslizó hacia el 3002, sumergiéndose en la cama.
Cubriéndose el trasero, que aún ardía por el calor, recordó la escena reciente y se revolcó en la cama de pura vergüenza.
Apenas empezaba a disfrutar el nerviosismo de haberse enamorado de Roman, cuando descubrió que él también la amaba.
Y parecía amarla mucho, de otro modo, no la hubiera llamado con tanto cariño, con solo un abrazo…
-¡Ah!
Se tapó la cara y los labios, que no podían esconder su sonrisa, con un peluche de Hello Kitty.
¿Desde cuándo le gustaba ella? ¿Durante los ensayos de Llega La Reina? ¿Cuando lo cuidó de su fiebre? ¿O incluso antes…?
Según sus recuerdos, claramente le gustaría Amapola, llegando a gastar una fortuna para abrirle camino en el mundo del espectáculo.
Ahora, ¿era porque ella había saboteado a Amapola, alterando su trayectoria y, al estar siempre presente ante él, no pudo resistirse a su encanto…?
Nerea rio como una tonta, dándose cuenta subitamente de algo muy serio, y se sentó de un brinco en la
cama.
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