Capítulo 406

Laureano

se frotó el brazo, olvidando el dolor tan pronto como le lanzó una mirada coqueta a aquel hombre, Roman, tómatelo con calma, ¿si? Con este frio es fácil resfriarse afuera.

-Vete.

-¿Irme? ¿Pero a dónde?

Nerea, apoyada sobre la mesa, soltó un eructo de alcohol sin querer, como si estuviera borracha, y al escucharlo, miró curiosa alrededor.

Roman se quitó la chaqueta, envolviéndola bien, y la levantó en brazos, -Mi vida, vámonos ya.

Imos? No, no, ¡no me quiero ir!

-Es tarde y hace frío afuera.

-¡No quiero, no quiero!- Ella se aferró a su cuello, con los labios ligeramente fruncidos, sus ojos ámbar estaban brillando entre súplicas y coqueterías, Rome, ¿podemos quedarnos un rato más afuera, por favor?

-¿Qué quieres hacer?

La voz de Roman se tornó involuntariamente ronca.

Una vez borracha, se convertía en un dulce capaz de derretir corazones, una tentación irresistible que lo dejaba sin fuerzas para resistir.

-Quiero…

Nerea miró con picardía, extendiendo su delicado dedo para acariciar suavemente el contorno de su rostro, descendiendo lentamente hasta su cuello, bajando hacia su pecho firme y tenso, hasta que él finalmente la atrapó firmemente.

El animal del deseo fue liberado, justo cuando estaba a punto de presionarla contra la mesa de piedra, sin importar nada más, Nerea de repente grito, Mirar las estrellas!

-¿¿Qué?

-¡Quiero ver las estrellas!

Al decir esto, se soltó de él y corrió feliz hacia el lago, Mira cuántas estrellas han caído en el agua!

-¡Nea!

Roman, con los ojos agudos, la siguió rápidamente y la atrapó fuertemente en sus brazos.

Nerea, sorprendida, se lanzó contra su pecho, confundida, -Rome, quiero ir a ver las estrellas.

No podemos!- Roman, con voz fría, casi escupiendo las palabras entre dientes, le dijo, Mañana mismo ordenaré que tapen el lago.

-¿Eh?

Nerea se quedó atónita, dándose cuenta de que él estaba enfadado, e instintivamente, como una niña pequeña, comenzó a llorar amargamente, -Eres tan malo, ni siquiera me dejas ver las estrellas, buaa….

Roman se enfado, preocupado porque a ella le gustaba jugar en el agua y siempre terminaba en peligro cerca del lago, pero al escucharla llorar, su corazón se ablando completamente.

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Capitulo 406

Está bien, no lo taparé.

-Tranquila, no llores más… Las estrellas están en el cielo, ¿quieres que te lleve a verlas?

-¡Si!

Nerea, de inmediato, se secó las lágrimas y lo abrazó fuertemente, y Roman se dio cuenta de que no habia derramado ni una sola lágrima.

-Pequeña manipuladora, ¿estabas fingiendo?

-No me importa, prometiste llevarme a ver las estrellas.

-Está bien.- Él, con cariño, le rozó la nariz, -Te llevare a ver las estrellas.

Ambos se sentaron bajo el techo del mirador, mirando hacia arriba a las brillantes y centelleantes estrellas en el cielo nocturno, que parecían hablarles en esta noche serena y tranquila, iluminando a los dos con su resplandor romántico.

Nerea, observándolas, comenzó a perderse en sus pensamientos, su memoria embriagada estaba dando vueltas erráticamente, hasta que se detuvo en recuerdos de cuando era muy, muy pequeña.

-Romi, de repente recordé… hace mucho, mucho tiempo, también miré las estrellas con un niño pequeño.

con él contándolas, le mostré dónde estaba el Cuadrado de Pegaso, dónde estaba Casiopea,

dónde estaba el Cisne, y también la constelación del Zorro.

-¿Soy increible? ¡El dijo que su constelación favorita era la del Zorro!

Roman giró la cabeza para mirarla, con todo su cuerpo rígido.

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