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Ultimas 170
Capítulo 170
Bajando la mirada para ocultar mi sorpresa, rápidamente la cambié por enfado
“Tengo que preguntarte, ¿por qué Jonathan resultó herido? Aunque estés ansioso por hacer que tu hija se quede con mi marido, ¿no crees que esto es demasiado? ¡Soy tu sobrina de sangre!”
Mi tono voz fue bastante elevado, en el pasillo del hospital había gente yendo y viniendo, por lo que pronto algunos giraron sus cabezas hacía nosotros.
Adrián se puso pálido y rápidamente me arrastró hacia la habitación, luego lanzó la canasta de frutas al suelo, diciendo, “¿Qué actitud es esa?”
¡Tu actitud dicta la mía!”
“Adrián ¿por qué quieres que me divorcie? Apuesto a que lo que quieres es quedarte con la fortuna de la familia Vargas.”
Tener la razón no significa tener que gritar, pero definitivamente no me dejaría intimidar.
Al verme discutiendo con él, roja de ira, él se suavizó.,
“Iris, todos saben que vas a divorciarte de Jonathan, mejor que se quede en la familia y ¡que beneficie a tu prima! No te preocupes, cuando te divorcies, me asegurará de que obtengas más propiedades.”
Girando repentinamente sus ojos, me preguntó, “¿Hicieron un acuerdo prenupcial? No vaya a ser que no te quedes con nada.”
Claramente no tenía buenas intenciones, ya que sentí que me estaba preguntando por ese fondo que no existía.
Bostezando y me sentándome perezosamente en el sofá, dije, “Por supuesto que no lo hicimos. Con una fortuna tan grande como la de la familia Vargas, ¿cómo podría dejarla en manos de otros?”
“Entonces, ¿lo que tus padres te dejaron también iría para Jonathan?”
¿Él ya había decidido que yo moriría antes que Jonathan sin saber que tenía cáncer?
Entrecerré los ojos, y despectivamente, respondí, “Mi dinero no se puede tocar el administrador ni siquiera sabe si está vivo, no le facilitaré nada.”
Al verme así, pareció aliviarse.
Al saber que en efecto había un fondo y que tenía algo que ver con Gonzalo, tuve una idea clara de la situación.
Probablemente su próximo paso sería hacer que me divorciara de Jonathan, y de paso, deshacerse de mí.
Pensando en sus malvados planes, apreté lentamente mi puño.
Cayetana se mantuvo en silencio todo el tiempo.
Habíamos intercambiado miradas en secreto, por lo que supuse que ella también había entendido cuáles eran mis intenciones.
Ella no dijo ni una palabra, solo miró a Adrián con los ojos llenos de rencor.
Cuando Adrián se dio la vuelta, bajó la cabeza, fingiendo que nada había pasado.
“Caye, en el futuro debes tener más cuidado con lo que comes. Esta vez fue una intoxicación alimentaria, ¿y la próxima?” Dijo con un tono cariñoso, como un pariente amoroso.
Pero sus ojos carecían de calor, como si estuviera mirando un objeto
Ella era su ficha para atraer a Gonzalo.
Como no quise seguir viéndolo actuar, me levanté.
“Adrián, mejor ve a ver a Jonathan. ¿No es él el yerno que prefieres? De paso dile de mi parte que si quiere divorciarse, que traiga la mitad de la fortuna de la familia Vargas, de lo contrario, lo arrastraré hasta la muerte.”
Solo mostrando que no quería renunciar al título de señora Vargas, la obra podía continuar.
Empujé a Adrián hacia fuera y cerré rápidamente la puerta de la habitación.
Cuando Cayetana levantó la cabeza, sus ojos ya estaban rojos.
“Todo es por él, ¿verdad?”
“No estoy segura, pero ahora todas las pruebas apuntan hacia él.” Respondi sacudiendo la cabeza.
“La muerte de mi padre probablemente también tenga que ver con él. Iris, ¿qué vamos a hacer?” Preguntó tomando mi mano, con un ligero pánico en sus ojos.
“Durante todos estos años, pensé que era una buena persona. Me dio dinero en reiteradas oportunidades, ¿acaso mi padre tenía algo contra él? Mi padre no está muerto, ¿verdad?”
Enfrentando su mirada, por un momento no supe qué responderle.
Al final, solo le di unas palmaditas en la mano.
“Solo necesitas protegerte, yo me encargaré del resto.”
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