UN MATRIMONIO INESPERADO… El día del divorcio by Jeda Clavo -
UN MATRIMONIO INESPERADO… El día del divorcio Capítulo 8
Capítulo 8: La deuda ha sido pagada.
Al día siguiente, el sol matutino proyectaba largas sombras sobre el pavimento agrietado cuando Claudia salió por la puerta de la casa de su amiga, con decenas de mensajes sobre las facturas de gastos médicos.
Su respiración formaba nubes de ansiedad en el aire frío mientras se dirigía al hospital. Cada exhalación es una plegaria silenciosa para tener más tiempo: tiempo para pagar, tiempo para respirar, tiempo para pensar. Había hecho hastal lo imposible por pagar, pero cada día todo se le ponía a cuestas.
Hacía tiempo que el olor estéril del hospital había dejado de perturbar a Claudia; ahora resultaba casi reconfortante por su familiaridad. Se detuvo frente a la habitación de su madre, preparándose para la conversación que estaban a punto de tener, o mejor dicho, la que ella había planeado tener. La tela de su abrigo se sintió rígida contra su piel mientras se envolvía en él un capullo protector contra el frío de los pasillos y la carga de sus secretos.
-Mamá
susurro.
empezó Claudia suavemente al entrar, su voz apenas era más que un
Los ojos de su madre se cruzaron con los suyos, un océano de preocupación en sus cansadas profundidades.
-Mi niña respondió su madre con una frágil sonrisa que no llegaba a sus mejillas hundidas.
Claudia se sentó junto a la cama y su mano tembló al coger la de su madre: los frágiles huesos de un gorrión envueltos en una piel fina. Las lágrimas se acumularon en las comisuras de los ojos de Claudia, difuminando los bordes de la habitación.
A pesar de todos sus esfuerzos por cubrir el cardenal de su rostro no logró engañar a su madre, quien llevó su mano al rostro de su hija y lo acarició con suavidad
-Javier te volvió a golpear–más que una pregunta fue una afirmación al ver los hematomas en su cara-, Claudia, mi amor, déjalo estar. Ese hombre no es bueno. … me cuesta decir esto, porque pienso que el matrimonio es para toda la vida, pero no quiero perderte.
Claudia se encontró con la mirada de su madre; esos ojos habían sido una vez un faro de alegría, ahora apagados por el dolor y la medicación, pero aún lo suficientemente agudos como para notar los moretones desvanecidos en la piel de su hija.
-Mamá, yo…
Claudia vaciló, atrapada en la red de sus propios secretos, las palabras de divorcio y nuevo matrimonio, aferrándose desesperadamente a sus
labios.
Sin embargo, antes de poder contarle lo sucedido su teléfono repicó, apenas atendió se escucharon gritos al otro lado.
“Claudia eres una mujer inmoral ¿Así que te acostabas con otro mientras estabas conmigo? ¡Eres una descarada!” le dijo el hombre al otro lado del teléfono.
Claudia miró el móvil como si se tratara de algo extraño, se dio cuenta de que su madre la miraba con atención, así que se apartó y atendió.
-Creo que no tienes moral para reclamarme y pienso que no deberías llamarme ni tratar con violencia, ya sabes que por esa actitud hacia mi te ganaste unos puñetazos ¿Quiere que le diga a mi esposo que me estás amenazando? -inquirió y el hombre se alteró más.
“Eres una desgraciada y te juro que me la vas a pagar Claudia, esto no se queda así “. cortando la llamada. y dejándole los tímpanos sonando:
-¿Qué pasa hija? -preguntó su madre.
-No pasa nada mamá – respondió Claudia.
-No me ocultes las cosas, hijas. Asi era tu padre, no le gustaba compartir sus cosas, y después ocurrió lo que pasó, y los que le hicieron daño siguen ahí fuera, viviendo sin consecuencias. Pero tú debes vivir, Claudia. Por ti misma.
La habitación pareció cerrarse a su alrededor, llena del pitido de los monitores y los fantasmas de las conversaciones. Extendió la mano para estrechar la de su madre, una conexión que le sirvió de salvavidas en medio de la tormenta de
emociones.
A Claudia se le apretó el corazón.
-No te preocupes mamá, no descansaré hasta que se haga justicia y quienes le hicieron daño van a pagar por lo que hicieron susurró, apretando los dientes. con fiereza.
–
Justo en ese momento entró el doctor encargado del caso de su mamá, Claudia se preocupó temiendo que sacaran a su madre por no pagar.
–
-Doctor, ya estoy buscando el dinero empezó a decir Claudia, con voz apenas por encima de un susurro mientras se acercaba al hombre cansado de ojos amables -Verá doctor… para pagar las facturas, necesito…
-Ah, Claudia–interrumpió el doctor, cruzándose de brazos con una sonrisa
+16 DONOS
inesperada, tranquila, no es necesario. Su saldo ha sido liquidado.
El corazón de Claudia le dio un vuelco. ¿Liquidado? Las palabras resonaron en su mente sin entender, mientras numerosas preguntas pululaban en su mente. ¿ Cómo? ¿Quién? ¿Cómo? Por un momento, Claudia se quedó paralizada, sin asimilar el peso de las palabras. Su mente barajó varias posibilidades hasta que se detuvo en la imagen de su nuevo marido, un desconocido cuyos motivos seguían siendo tan oscuros para ella como su pasado. ¿Podría ser él el responsable?
-¿Está seguro? -preguntó con voz apenas por encima de un susurro.
-Muy seguro confirmó el doctor Ramírez.
Le entregó un recibo con la palabra “Pagado” impresa en letras rojas en la parte superior. Claudia aferró el papel y sus pensamientos se convirtieron en un torbellino.
Antes de poder seguir pensando la voz de su madre la interrumpió.
-Claudia ¡¿Está paga la factura?! ¿De dónde sacaste tanto dinero? -preguntó su madre con una expresión de curiosidad en su rostro- ¿Quién te lo dio?
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