¡No podía creer que Farel hubiera instalado cámaras de seguridad en la casa!

¡Y encima las grabaciones, las reproducía una y otra vez delante de ella!

¡Qué enfermo!

El corazón de Evrie latía fuerte, tan fuerte que parecía querer salirse de su pecho. Se levantó de un salto intentando arrebatarle el celular a Farel, pero él era tan alto que parecía inútil, era como si un insecto quisiera mover un árbol.

—¿Qué es lo que quieres? —le preguntó Evrie, con la voz baja y tensa.

—Evrie, después de haber estado conmigo tres veces, ya no tienes voz ni voto. —

Farel apagó el celular y, sujetándole la cara, continuó besándola.

En ese instante, toda la contención y frialdad que podía haber en sus huesos desaparecieron, quedando solo el instinto más bajo y primitivo de un hombre que deseaba atormentarla, manipularla sin piedad.

—Bibibi…—

El sonido de la vibración del teléfono interrumpió el momento, era el teléfono de Evrie.

Ella lo empujó, sacó su teléfono y vio que era Leandro Reyes quien llamaba.

Justo cuando iba a contestar, Farel le agarró la cabeza y siguió besándola, incluso más intensamente que antes, con los ojos inyectados en sangre.

¡Estaba enfadado!

Evrie podía sentirlo.

Pero, ¿qué derecho tenía él para estarlo? ¿En qué posición estaba para hacerlo?

Evrie abrió la boca y lo mordió con fuerza. Farel la soltó del dolor, pero sus ojos seguían rojos, como si en cualquier momento fuera a consumirla allí mismo.

—¿Qué es lo que intentas hacer? —gritó Evrie, apretando el celular en su mano.

—Quédate conmigo. —

—No lo haré. —

—Dime por qué. —

Evrie lo miró fijamente sin decir una palabra.

Farel habló por ella: —Te haces la digna, fingiendo ser casta. ¿No quieres venderme tu cuerpo, verdad? —

Evrie mordió su labio y desvió la mirada.copy right hot novel pub

—Está bien, entonces no te vendas. Pero te has metido conmigo, Evrie, y no podrás escapar tan fácilmente de mí, a menos que me canse de ti. —

—¿Qué quieres decir… mmm? —

No alcanzó a terminar la frase cuando fue callada por otro beso.

¡Esto es una locura!

¡Una completa locura!

¡Cómo puede este hombre estar en celo a todas horas y sin límites!

……

Cuando Evrie salió del baño, sus labios estaban hinchados. Por suerte, la luz de la noche era tenue y no dejaba ver el color rojo de su rostro.

Se puso una mascarilla, cubriéndose bien, dejando solo sus ojos al descubierto.

Al regresar a la sala privada, encontró a Leandro esperándola ya desde hacía rato.

—Evi, ¿por qué tardaste tanto? Te llamé y no respondiste, pensé que algo te había sucedido. —

Evrie negó con la cabeza: —No es nada, solo me sentí un poco mal del estómago y me quedé un rato más. —

—Me alegro de que estés bien. Ya es tarde, el chofer ya está aquí, vámonos. —

Leandro agitó las llaves del auto, levantándose del sofá un poco tambaleante.

Los demás en la sala ya estaban perdidos en su mundo de excesos, algunos se habían ido con chicas, otros simplemente dormían en las camas de los cuartos internos.

Evrie siguió en silencio a Leandro hacia la salida.

—¿Y Farel? No lo he visto en un rato. ¿Estaba en el baño cuando fuiste? —le preguntó Leandro, mirando alrededor con curiosidad.

Evrie negó con la cabeza rápidamente: —No lo vi. —

—Bueno, vámonos, no tenemos que esperarlo. —

Evrie echó un vistazo hacia donde estaba el baño, retiró la mirada rápidamente y aceleró el paso para seguir a Leandro.

¡Ojalá nunca salga de allí!

……

El viaje fue tranquilo.

Evrie se sentó en el asiento trasero, apoyada en la ventana, en silencio, con la amenaza de Farel llenando su mente: —No podrás escapar tan fácilmente de mí, a menos que me canse de ti.—

Sabía que se había metido con alguien con quien no debía.

Pero, ¿qué podía hacer? ¿Llamar a la policía?

Con todas las grabaciones y audios que Farel tenía, donde ella aparecía haciendo todo eso voluntariamente, no se atrevía a hacerlo público.

Si esto se hacía grande, no solo quedaría en la calle, sino que también la despedirían del Grupo Reyes.

Farel la tenía entre la espada y la pared.

Él había sabido cómo atraparla por sus puntos más débiles con una precisión mortífera.

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